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"¿Qué hora es? ¡Me palmo del hambre!"

Si después de haberse pegado una buena fiesta, el hambre lo azota en media calle, es cuestión de cambiar el rumbo hacia alguna de las sodas o restaurantes abiertos a los trasnochadores

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EL HAMBRE NO TIENE hora. Puede que usted haya pasado un rato de lo mejor y en buena compañía, pero, cuando la tripa se despierta, no hay de otra: hay que calmarla.








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