Propicia, la proposición de tales prospectos... porque el presente particular se presta: de príncipe a paje pululan problemas.
Qué lindo lo dadivoso, porque es “cosa que se da gratuitamente”. Pero, con perdón de la “caridad”, cantidad de gente encuentra bien vivir con la mano extendida: ¿de veras aquel “wachiman” o esos jóvenes con sus payasadas en cada semáforo, ¿no pueden encontrar oficio más digno? Claro, muy cansado también el de esos fornidos exalcohólicos de camisita amarilla, ofreciendo lapiceros...
No abusemos de la caridad, confundiéndola con mendicidad parasitaria: hay formas de trabajar, más remunerativas, más dignificantes. Aquello hasta adquiere carácter oficial: en lo que va del 2012, asciende a ¢131 millones lo entregado por el ministro de Bienestar Social y Familia para indigentes. El monto triplica los ¢78 millones destinados a la misma población durante el 2011. Al ver las fotos de favorecidos, en La Nación del 11 de mayo, voy a pensar si me pongo en la fila. Un saco roto, vamos...
Ahora bien, aquello de dádiva también se presta a otra cosa, porque “acometer con dádiva” es “intentar o pretender cohecho o soborno”. Por lo que curiosamente llegamos a la prebenda, que aparte de varios significados históricos, huele a pescado podrido... en Dinamarca y hasta en Costa Rica. Tris, tras... aquello de la trocha maltrecha es un ejemplo más... Carretera sin terminar y carrera de aquel funcionario venal, hecha trizas por unos dólares más. Este era un país probo... y lo comprobamos, antes. No pareciera, sin embargo, que la cosa haya cambiado: además, antes sabían “esconder la leche”... Ahora el malhechor ostenta su botín...
Va, pues, el otro vocablo: propina. La Academia de la Lengua la define como “agasajo que sobre el precio convenido y como muestra de satisfacción se da por algún servicio”. También estipula: “gratificación pequeña con que se recompensa un servicio eventual”. ¡Ojo! Por parte del que da, prevalece la no obligación y, al contrario, la satisfacción. Para el receptor: ¡nada de exigencia, menos permanente! Ese sentido primero también prevalece en inglés, con el “tip”. Igual, con otros idiomas: el “pourboire” en francés o “Trinkgeld” en alemán: literalmente “para tomar algo”. Solo que en Costa Rica, si se le ocurre ofrecerle al tráfico “un cafecito”... ojalá a usted le pongan doble multa...
Hay mucha tela que cortar respecto de los términos apuntados. Ya quisiera uno, como traductor, lo que establecen en ciertas profesiones, donde cobran porcentaje sobre lo establecido en la operación en cuestión. O como aquel funcionario internacional francés que creyó que el servicio de alojamiento incluía el servil (y vil) “servicio” de la mucama. Abundan las connotaciones detrás de vocablos como “subsidio” y “chorizo”, por ejemplo.
“El dinero habla” proclaman, en varios idiomas. Comentaban antes que ningún general mexicano resistía un cañonazo de diez mil dólares... Ahora, Costa Rica se está “mexicanizando”... Ahora, con motivo de Navidad o de viajes, la idea de regalos como que se volvió obligación: y ¿qué me trajo? Tiene que ser por gusto.
Queda la probidad, mercadería cada vez más escasa; igual que la honestidad: se retribuye en contante y sonante estimación, nada de cheques sinfónicos. Últimamente, me alegro haber comprobado dos casos locales de positiva sensibilidad respecto del tema: un funcionario del ICE lo mismo que un muchacho en mi clínica auditiva, rechazaron mi bien intencionada propina. Quede claro: no hubo ningún propósito de perversión, siendo que fue después de que efectuaron un trabajo ejemplar.
Tema sensible, pues, que además depende de trasfondos culturales.