Cuando Josué habla, su voz tiene la misma intensidad del susurro del viento. Para escuchar sus palabras hay que acercarse mucho a su carita.
Josué no tiene problemas de dicción; tiene problemas de autoestima.
Al igual que él, la mayoría de los niños que participan en el Proyecto de Recuperación Integral de Niños y Niñas (PRIN), del Ministerio de Educación Pública (MEP), enfrentan alguna dificultad -académica o socioeconómica- que les impide el proceso normal de aprendizaje.

El PRIN nació en el seno del Programa para el Mejoramiento de la Calidad de la Educación y Vida en las Comunidades Urbanas de Atención Prioritaria (PROMECUM), del MEP.
Eugenio Espinoza, director de PROMECUM, explicó el programa en términos muy sencillos: "Para estos niños ya hay suficientes dificultades. El PRIN pretende darle atención individualizada para lograr su superación académica y personal y evitar así la deserción escolar".
Desde abril de este año, el PRIN funciona en 69 escuelas, ubicadas en barrios urbano-marginales de todo el país. En el programa trabajan 825 docentes recuperadores, quienes atienden a 9.250 niños.
Según datos de PROMECUM, en 1996 la deserción escolar en estas escuelas fue del 8,6 por ciento. A tan solo seis meses de iniciado el PRIN, esta cifra disminuyó en dos puntos porcentuales.
De acuerdo con Espinoza, se espera que para fines de noviembre, cuando concluye el programa, la cifra ronde el 4 por ciento.
Sin embargo, la labor de estos docentes recuperadores no es solo la de disminuir la deserción escolar, reducir la repitencia y elevar el rendimiento escolar. También se busca elevar la autoestima de estos niños.
"A veces, toda una sesión se destina a decirle a un niño que vale mucho porque en la casa pasa escuchando todo lo contrario y esto indudablemente influye en su rendimiento escolar", agregó Espinoza.
Programa exitoso
Problemas de lectura, de malos hábitos de estudio, de déficit atencional o de autoestima son tratados con paciencia por los docentes recuperadores en las dos lecciones diarias extra clase dedicadas para ese fin.
"Nosotros hemos logrado mejoras sobre todo en el área personal, en la integración socioafectiva; esto ha repercutido favorablemente en el rendimiento de estos niños en el aula", comentó María Isabel Ramírez, maestra de sexto grado del Centro Educativo Los Pinos, en La Aurora de Alajuelita.
Cada tres meses, los docentes deben entregar un informe a los directores en el que se detalle el grado de avance de cada menor.
Para el éxito total de este programa es indispensable la ayuda de los padres de familia; sin embargo, por las características socioeconómicas de estas comunidades, la mayoría de las veces esto no es posible.
"Los niños han avanzado bastante con este programa. Pero falta más apoyo de los padres de familia", afirmó Grétel Marín, maestra de segundo grado de la Escuela Ciudadelas Unidas, en Alajuelita.
Aunada a la labor de los docentes recuperadores, el PRIN llevó a cada escuela orientadores, psicólogos, trabajadores sociales y material didáctico para el trabajo en el aula.
El programa se financia en un 96 por ciento con dinero estatal y el 4 por ciento restante proviene de la empresa privada, organismos no gubernamentales y la comunidad.
Los maestros, por su parte, además de la satisfacción de recuperar a estos niños, reciben un 25 por ciento de recargo sobre su salario base y capacitación para la efectiva atención de los diferentes casos.
Si usted quiere que los logros de este proyecto perduren y no se diluyan en el viento, como la tenue voz de Josué, puede ofrecer su ayuda al programa PRIN al teléfono 256-7011.
Mano amiga
El programa de recuperación integral de escuelas urbano marginales no solo busca mejorar el nivel académico de los niños, sino también elevar su autoestima. Estas son las principales características del proyecto:
El programa se ejecuta en 69 escuelas de atención prioritaria en todo el país.
Participan 825 docentes recuperadores que atienden a 9.250 niños.
Cada educador asume un grupo de 10 a 12 niños identificados como lentos o con dificultades afines de aprendizaje, actitudes y valores.
El recuperador debe elaborar un horario de dos lecciones diarias para atenderlos en forma individual o grupal.
El proceso de recuperación dura siete meses.
Cada docente debe elaborar un informe trimestral en que detalle avances del grupo.
Los maestros recuperadores deben asistir a cursos de capacitación en técnicas de atención individual y colectiva de los niños.
Además del avance académico, el educador debe propiciar el mejoramiento de las relaciones interpersonales entre los distintos actores (padres, niños, maestros).
El docente debe realizar visitas a los hogares de los niños bajo su responsabilidad a fin de conocer la situación real de cada uno.
La participación de los padres de familia es vital, por eso se busca su incorporación al programa.
Los niños no solo realizan actividades de tipo académico, también en las sesiones de trabajo participan en otras funciones que favorezcan su recuperación integral.
En este programa interviene un equipo interdisciplinario conformado por diversos profesionales, entre ellos psicólogos, orientadores y trabajadores sociales.
Fuente: Ministerio de Educación Pública (MEP).