
El rumor es que su hermana era quien estaba prometida en matrimonio al príncipe saudita Al Waleed Bin Talal, fundador de Kingdom Holding y el hombre más rico del mundo árabe. Pero cuando él conoció a Ameerah al Taweel, rompió el compromiso.
Con 28 años, la princesa tiene dos hijos con el sobrino del rey Abdullah (56 años) y es una de las mujeres sauditas más visibles del mundo. Viste al estilo occidental, fuera de su país no usa el velo islámico y maneja autos, algo castigado con latigazos en Arabia Saudí.
Ameerah al Taweel da pocas entrevistas, pero cuando lo hace emerge como una defensora de los derechos de la mujer en su país y aboga por la posibilidad de conducir, de votar y de demostrar que las saudíes tienen ambiciones. Pero no con una revolución. Quiere una evolución, dice, apuntando a que el cambio debe hacerse a través de los caminos existentes, con las oportunidades que ofrecen las ONG.
Insiste en que es mejor hablar que pelear y da como ejemplo la decisión del monarca saudí de permitir el voto femenino en las próximas elecciones. Aunque sean en el 2015.
Su marido también ha manifestado que él sería el primero en aceptar que su esposa conduzca en su propio país, si se levanta la prohibición para las mujeres.
“Si queremos estabilidad en la región, debemos construir instituciones en la sociedad civil, para que la gente pueda canalizar sus demandas por estas instancias”, dijo el mes pasado en un foro organizado por la Clinton Global Initiative, en Nueva York.
La sobrina política del rey Abdullah forma parte del directorio de la Fundación Al Waleed Bin Talal, una organización internacional sin fines de lucro, que fomenta el desarrollo social. La entidad financia proyectos residenciales y planes para reducir la pobreza y da ayuda ante desastres.
Ameerah habla inglés como si fuera su idioma natal. Es expresiva y viste a la moda, aunque sin extravagancias. Durante su última estadía en Nueva York, el setiembre anterior, encantó a varios, incluyendo al periodista británico Piers Morgan, quien la entrevistó en CNN.
“En Arabia Saudí ¿puede aparecer así en TV?”, pregunta él. Ella hace una pausa antes de contestar: “Difícil pregunta. En Arabia Saudí no he aparecido en TV”. Luego retoma la defensa de su campaña y señala que su marido es un aliado de la causa, ya que en sus empresas, cerca del 60% de los empleados son mujeres.
Ameerah afirma que aunque se casó con un príncipe, ella nació en una familia de clase media y que no ha cambiado por su matrimonio. “Esta soy yo”, dice la princesa que se graduó de administración de negocios de la Universidad de New Haven, Connecticut, y asegura que nadie le dice qué hacer o decir.
Quizás lo comenta para aplacar las críticas entre las más notables activistas saudíes por los derechos de las mujeres.