Nueva York, 22 dic (EFE).- Cuando han transcurrido 50 años desde que se realizara en Estados Unidos el primer trasplante con éxito de un órgano, el debate ético y científico sobre la práctica de esta cirugía se centra en el cambio de partes no vitales, como el rostro.
El 23 de diciembre de 1954, un equipo de médicos en Boston, liderado por Joseph Murray, trasplantó un riñón del joven Ronald Herrick a su hermano gemelo, Richard, quien murió ocho años después de la operación.
Desde entonces, en EEUU se han realizado 329.645 trasplantes de órganos, en su mayoría de riñones, hígado, páncreas, corazón y pulmones, de acuerdo con la organización privada United Network for Organ Sharing, que compila estadísticas desde 1988.
De esa cifra, 196.528 operaciones corresponden a trasplantes de riñón, 66.960 de hígado, 36.110 de corazón, 12.070 de pulmón, 4.082 de páncreas y 917 de intestinos.
Por grupos étnicos, 226.006 personas de raza blanca, 55.889 negros y 32.324 hispanos han recibido órganos en EEUU.
Si bien los primeros intentos de esta práctica se remontan a 1905, con el primer trasplante de córnea en EEUU, y 1906, con el primero de riñón en Francia, el caso de los hermanos Herrick es considerado como el primero con éxito, entendido ese término como la supervivencia postoperatoria de, por lo menos, un año.
El primer trasplante de hígado exitoso se realizó en 1967, mientras que el de corazón se llevó a cabo en 1968 y el de dos pulmones en 1986, avances logrados una vez superado el principal obstáculo de este tipo de cirugía: el rechazo del órgano.
Años después de la operación de los gemelos Herrick, los doctores comenzaron a administrar a sus pacientes medicamentos especialmente diseñados para evitar el rechazo del órgano trasplantado, aunque también se ha determinado que éstos tienen efectos secundarios.
Con todo, el éxito de los trasplantes de órganos es tal que en la actualidad el mayor problema es la carestía de donantes y, de hecho en EEUU, la actual lista de quienes esperan supera a la de quienes donan, en una relación de aproximadamente 87.000 a 10.000.
La escasez ha llevado a doctores a utilizar órganos de donantes vivientes -incluso desconocidos por el paciente- y de personas mayores, cuando por regla general los órganos de personas jóvenes tienen un mejor desempeño en el receptor.
Ahora la ciencia mira hacia el controvertido trasplante del rostro, una operación que muchos cirujanos favorecen sobre la base del éxito de los trasplantes de órganos no vitales, en particular de manos.
Desde 1998, en EEUU se han trasplantado 24 manos y antebrazos en 18 varones adultos, de acuerdo con cifras de los hospitales que las han realizado.
Pero el trasplante de rostro de un fallecido a un paciente con una cara dañada ha despertado polémica y preguntas de naturaleza ética que van más allá de las cuestiones de identidad y apariencia.
Comités sobre la ética en la práctica médica en Francia y Reino Unido han desechado la idea por considerar que administrar largas dosis de medicamentos contra el rechazo traería riesgos desconocidos y de largo plazo que no se justifican para una operación donde la vida del paciente no está en peligro.
Según el doctor John Barker, director de Investigaciones sobre Cirugía Plástica de la Universidad de Louisville, un trasplante de rostro exitoso requeriría un número mucho menor de operaciones y representaría menos riesgos que los métodos de reconstrucción facial estándar.
Los expertos señalan, por otra parte, que el rostro trasplantado no necesariamente lucirá como el del donante, sino que sería una especie de cruce de ambas caras, dependiendo, en parte, de cuánta cantidad de músculo facial retiene el receptor.
Con todo, no hay garantías de que el receptor de un nuevo rostro lucirá completamente normal, como en las reconstrucciones, y según muchos doctores este tipo de operación puede ser técnicamente exitosa pero dejar insatisfecho al paciente o a sus familiares. EFE
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