Señalada por sus malas costumbres, la cantante británica Amy Winehouse cometió un delito el domingo: se robó el show en los premios Grammy al quedarse con cinco galardones.
A pesar de que era una de las favoritas por sus seis nominaciones, todas ellas en las principales categorías, su triunfo era incierto por los problemas personales que ha enfrentado en los últimos días.
Primero, su casa disquera le dio un ultimátum para que ingresara en rehabilitación para combatir su adicción a sustancias ilegales.
A pesar de su reticencia inicial, la cantautora finalmente ingresó en un centro clínico de Londres desde finales de enero.
Luego vino la batalla por la visa estadounidense para poder cantar en la ceremonia. La embajada dijo que no, pero ella insistió y presentó con éxito una apelación, pero ya era muy tarde y fue ella misma la que dijo: “no, no, no” como en su éxito Rehab y se presentó vía satélite desde un estudio en Londres a las 4:40 de la madrugada inglesa.
Revancha. Para esa hora, mientras en Los Ángeles apenas comenzaba la noche, Winehouse ya había sido nombrada ganadora en cuatro categorías: canción del año, nueva artista, álbum de pop y mejor trabajo pop femenino.
Desde la capital inglesa, el actor Cuba Gooding Jr. fue el encargado de presentar a todo el planeta a la intérprete.
El telón rojo se corrió para enseñar a una delgada Winehouse vestida totalmente de negro, con su característica cabellera con forma de colmena, en la cual se observaba una sobria rosa como adorno.
Tres coristas masculinos y una banda la acompañaban, mientras sonaban las primeras notas de su sencillo You Know I’m No Good , el cual fue mezclado con una porción de su emblemático tema, Rehab .
Durante esta última parte, incluso cambió la letra del tema y cantó “prefiero estar en casa con Blake”, en referencia a su esposo Blake Fielder-Civil, quien está preso en Londres, a la espera de un juicio por obstrucción de la justicia.
La vocalista se mostró nerviosa por partes, pero en otras incluso se apuntó a bailar con sus compañeros de escenario.
Tras su presentación, se anunció otro de los premios más importantes: grabación del año. Ella también lo ganó. Desde el estudio se observó a la artista abrazada entre lágrimas con su madre Janis.
La cantante solo pudo dedicar su triunfo. “Mi Blake, mi encarcelado Blake, y por Londres, esto es por Londres”, apuntó a decir en medio de gritos y fuertes aplausos.
La pequeña Amy Winehouse, de 24 años, logró conmover con su talento para lograr el voto de la Academia de Artes y Ciencias de la Grabación y ser la gran ganadora.
Lo que queda pendiente ahora es ver si logra culminar su proceso de desintoxicación y mantenerse limpia, creando más música.
Más brillo. Otro que confirmó su condición de favorito fue el rapero Kanye West, quien se alzó con cuatro de los premios de los siete a los que aspiraba.
Su participación estuvo marcada por un homenaje a su madre fallecida en noviembre pasado, por complicaciones de una cirugía plástica. Incluso, en la parte posterior de su cabellera, el cantante se rapó la palabra mamá.
Al aceptar uno de los premios, West se disponía a dedicar el premio a su madre, cuando empezó a sonar la música, para indicarle que ya se le acababa su tiempo.
Sin titubear, el creador de Stronger dijo a la producción: “Sería de buen gusto que detuvieran la música”. Y eso hicieron. El público aplaudió y West le dijo a su madre: “Sé que quieres que sea el artista número uno del mundo. Y, mamá, voy a hacer que estés orgullosa de mí”, concluyó emocionado.
Traspaso. Otro de los mejores momentos de la premiación tuvo como protagonistas a divas de dos generaciones: Beyoncé, de 26 años, y Tina Turner, con 68 espléndidos años y que demostró que cuando el rock corre por la venas no hay quien le pueda ganar.
Tras una introducción de Beyoncé, la legendaria Turner apareció en escena para cantar los clásicos de 1984 What’s Love Got to Do With It y Better Be Good To Me .
Luego ambas aparecieron juntas en el más amistoso duelo de piernas, mientras entonaban Proud Mary , tema que al lado de su exesposo Ike, llevó hasta el cuarto puesto de las listas de popularidad en 1971.
Con el espectáculo del domingo, los Grammy llegaron a sus 50 años, pero se vieron mejor que nunca.