En Costa Rica, el arte de la animación ha alcanzado un importante desarrollo con el surgimiento de varios estudios y con la creación de esa especialidad del cine como una carrera universitaria. La llegada de los recursos digitales proporciona gran variedad y espectaculares acabados profesionales (hasta en tres dimensiones) a un arte que, en otros tiempos, se realizaba artesanalmente, cuadro por cuadro, entintando y coloreando a mano todos los dibujos sobre acetato, para ser luego pacientemente fotografiados siguiendo un ritmo.
Costa Rica tuvo un gran pionero en el arte de la animación en la persona de Emilio Madriz Kingsbury, un creador autodidacto que llegó a montar el primer estudio de animación en el país en 1971.
Además, Madriz diseñó un ingenioso andamio sobre el cual se movía la cámara filmadora de formas horizontal y vertical: así logró producir sus primeros comerciales animados para agencias de publicidad locales.
Los inicios. Emilio Madriz nació el 7 de mayo de 1945. Fue un artista nato que –podría decirse– traía el arte de la animación en las venas. Su hermana Vilma recuerda cómo en la escuela primaria él realizaba series de dibujitos secuenciados en la esquina superior de las páginas de los libros, para luego divertirse viéndolos cobrar movimiento al pasar las hojas en forma rápida.
Recuerda también cómo, al entrar a la adolescencia, Emilio dijo a su madre que no pensaba ir a la universidad porque quería que ella le pidiera a Dios que él “pudiera vivir de sus ojos y de sus manos”. En su decisión de lo quería hacer en la vida no había entonces vuelta atrás: sería una artista de la animación.
Precisamente como artista de la animación, Emilio Madriz fue un autodidacto al ciento por ciento. Ni siquiera siguió estudios por correspondencia –como se estilaba en su época–. Los primeros “volados” para saber cómo se realizaban las secuencias animadas profesionales (acetatos coloreados sobre fondos fijos pintados sobre cartón), los tomó del libro Walt Disney: Maravillas de los dibujos animados (Ediciones Gaisa) y de otros libros que adquirió poco a poco.
El primer trabajo como animador lo obtuvo en la empresa Profil, propiedad de su tocayo Emilio Willy. Profil realizaba comerciales en video para agencias de publicidad. A Emilio Madriz, secundado por su hermana Margarita (artista al igual que él), se le encomendó hacer todos los comerciales con dibujos animados.
A través del trabajo constante, Emilio Madriz depuró su estilo y alcanzó un gran dominio en el difícil arte de dotar de movimiento las secuencias de dibujos que profusamente salían de sus manos. Emilio realizaba los dibujos a lápiz sobre papel, y su hermana Margarita los entintaba y coloreaba con témperas sobre acetatos transparentes.
Como dato curioso, doña Margarita recuerda la vez en la que Emilio y ella hicieron un comercial animado para el refresco Bravo, en el que una botella salía volando como un cohete hacia el espacio exterior. Coincidentemente, en aquel entonces se celebraba la llegada del primer hombre a la Luna.
La independencia. Por motivos de salud, don Emilio Willy vendió su empresa a otra firma, la cual estableció nuevas normas de trabajo que acabaron con el cálido ambiente de camaradería al que Emilio Madriz y su hermana Margarita estaban habituados en Profil.
Fue así como el artista, ya profesionalizado, decidió montar su propio estudio de animación: en realidad, el primero en Costa Rica. Con el nombre de Producciones EMK, los estudios iniciaron labores en 1971 y realizaron comerciales para importantes firmas con las que los hermanos Madriz ya venían trabajando en Profil, como el Instituto Nacional de Seguros, Jugos Del Monte y Productos Harrick’s. Publicidad Garnier figuró como su principal cliente.
Con el desarrollo y la difusión de su labor, Producciones EMK creó comerciales para países como México, Honduras, Nicaragua, El Salvador y Panamá.
La fama de Emilio Madriz llegó a los Estados Unidos, y desde este país se le encomendó preparar varias escenas para la versión animada del El señor de los anillos , realizada por Ralph Bakshi en 1979.
En 1987, Madriz recibió ofertas de trabajo de los Estudios Disney y de la compañía Hanna Barbera, las que no se concretaron debido a los muchos compromisos que el artista ya tenía adquiridos.
En otras lides. En varias oportunidades, don Emilio Madriz realizó trabajos de historietas y caricaturas que no tenían nada que ver con la animación, tales como un comic a todo color que dibujó en 1998 por encargo del Partido Liberación Nacional sobre el quincuagésimo aniversario de la gesta de José Figueres Ferrer en la guerra de 1948.
Para el Museo de los Niños, don Emilio realizó el logotipo de Museíto y Museíta, y diseñó y decoró con dibujos la ya desaparecida sala dedicada a Carmen Lyra y la referente a los temas espaciales.
Su hijo Fabián y sus hermanas Vilma y Margarita lo recuerdan como un hombre sencillo, generoso y jovial, amante de la vida al aire libre y de la música, en especial de la clásica, y como un aficionado a la cocina y a la buena mesa.
En eso último, su hermana Margarita nos rememora una anécdota recurrente que caracterizaba a don Emilio: cada vez que iba a cenar a un restaurante, gustaba de entablar conversación con los chefs a fin de obtener de ellos nuevas recetas con las que luego deleitaba a su familia.
Su generosidad lo llevó a compartir sus conocimientos con muchos de los jóvenes artistas que trabajaron en su estudio; los inició así en el mundo de la animación.
Emilio Madriz falleció el 14 de diciembre del 2002 a la edad de 57 años, víctima de la diabetes, dejando siete hijos de sus dos matrimonios y el gran legado de haber sentado las bases del arte de la animación en Costa Rica.
El autor es director de los movimientos artísticos La Pluma Sonriente y La Pluma Comic.