
The New York Times Syndicate.
Ken Watanabe se emociona con el simple recuerdo de la primera vez que vio Iwo Jima, la rocosa isla del Pacífico que fue el escenario de una batalla decisiva en la Segunda Guerra Mundial y que es el marco de las películas de Clint Eastwood, Flags of Our Fathers y Letters from Iwo Jima , esta última estelarizada por Watanabe.
“Cuando distinguí la isla desde el avión, antes de aterrizar, no pude dejar de llorar”, recuerda. “Me sentí abrumado por los sentimientos por todos aquellos que perecieron ahí. Y, cuando pisé la playa donde murió tanta gente, sentí que el tiempo se había detenido desde el final de la guerra”.
Letters from Iwo Jima es una desgarradora exploración del corazón y la mente de los soldados japoneses que montaron una defensa feroz, pero condenada al fracaso, del diminuto atolón del Pacífico contra un abrumador número de infantes de Marina estadounidenses. Watanabe, que fue nominado para un premio de la Academia por su actuación en The Last Samurai (2003), estelariza la cinta en el papel del comandante japonés, el teniente general Tadamichi Kuribayashi.
Enfrentado a la ofensiva estadounidense, al parecer incontenible, Kuribayashi basó su estrategia en la negra tierra volcánica de la misma isla: construyó una red de más de 29 kilómetros de túneles, 5.000 cuevas e innumerables nidos de armas, desde la cual la reducida fuerza japonesa pudiera enfrentar a las tropas de Estados Unidos.
Watanabe admite que al principio tuvo dudas de que Clint Eastwood, esencialmente estadounidense, pudiera manejar Letters from Iwo Jima , cinta que ahonda en una cultura muy diferente a la suya y que, de hecho, estaría hablada totalmente en japonés, con subtítulos en inglés.
“Sí, antes de empezar a filmar estaba un poco preocupado de que Clint pudiera conectarse con el punto de vista y la forma de pensar japoneses”, dice, sonriendo al tiempo que habla, el actor.
“Pero él tuvo la mente muy abierta. Clint se esforzó, y se esforzó mucho, por entender lo que pasaba por la mente a los soldados japoneses, y permitió que todos los miembros del elenco crearan un diálogo con él, para poder recibir sus comentarios. Creo que por eso esta película salió tan bien, pese a que procedamos de países que se combatieron durante la Segunda Guerra Mundial”.
“Clint hizo una ‘película japonesa’ que presenta el evento desde la perspectiva de nuestra historia”, concluye Watanabe. “Como alguien que trabaja en la industria cinematográfica japonesa, tengo que decir que me da un poco de pena que, tras de 62 años, hayamos necesitado que un estadounidense contara la historia”.
La mayoría de los actores japoneses de Letters from Iwo Jima son desconocidos para el público estadounidense, pero Eastwood conocía bien a Watanabe, cuyo trabajo ya había admirado en The Last Samurai y Memoirs of a Geisha (2005), y estaba convencido de que el actor podría interpretar a Kuribayashi.
“Nos conocimos hace varios años, en la entrega de premios de la Academia”, recuerda Eastwood en una entrevista por separado. “Me impresionó, no sólo su habilidad histriónica, sino también su presencia. Tiene muy buena presencia en persona, como la tiene en la película, y pensé que era exactamente lo que yo necesitaba”.
Cada día de trabajo con el emblemático director fue memorable, dice Watanabe. “Clint es duro y resistente”, explica, “pero no pretende ser un rey que está ordenando a sus súbditos. Más bien era como un padre con nosotros, pues es tranquilo, calmado, pacífico y cálido”.
Pero Watanabe necesitó tiempo para acostumbrarse al legendario rápido ritmo de Eastwood.
“El filma sin ensayar”, dice el actor, “como si estuviera trabajando en un documental. Esto hace que sea muy importante la investigación que hagamos para entender a nuestro personaje”. Watanabe admite que, antes de firmar el contrato de la película, él sabía muy poco acerca de Iwo Jima.
“Yo diría que los jóvenes japoneses saben aun menos” afirma, “lo cual es la razón de que esta cinta será una buena oportunidad para que piensen en la realidad de la guerra y tengan un atisbo a la verdad de lo que ocurrió. Tenemos que ver la Segunda Guerra Mundial y aceptar el hecho de que eso realmente lo hicieron nuestros padres y abuelos. Aceptar esa realidad es el primer paso”.
Para Watanabe, el primer paso fue leer Cartas ilustradas de un comandante en jefe, el libro con las cartas de Kuribayashi a su familia, que le dio Eastwood. Muchas fueron escritas durante sus extensos viajes por Estados Unidos, como enviado militar japonés a fines de los años 20 y principios de los 30. Son mensajes cálidos, por lo general divertidos y llenos de garabatos caprichosos y caricaturas.
“Yo no sabía nada de los antecedentes e historia del general” , dice Watanabe. “Lo curioso es que él estuvo en Estados Unidos varios años y yo también he estado trabajando aquí desde hace cinco años, así que es casi el mismo tiempo que él pasó aquí. Kuribayashi aprendió mucho sobre este país cuando vivió aquí. Podemos ver que era un hombre que siempre pensaba en su familia. En los momentos en que estaba escribiendo, él sentía que era un padre y esposo común.
Pero el hombre era además un oficial militar totalmente tradicional”, continúa el actor, “y era responsable de los 21,000 hombres que mandaba en Iwo Jima.”
Esa sensación de fatalidad le resonó a Watanabe, a quien se le diagnosticó leucemia en 1989. La enfermedad ahora está en remisión pero sí influyó lo suficiente en su actuación.
“Cuando interpreto a un personaje que se enfrenta a la muerte, creo que le puedo poner más profundidad,” dice, “pues entiendo mejor lo que significa la vida para mí. La gente a veces me pregunta que si haber estado enfermo me cambió el punto de vista. Digamos que, si yo fuera un barco, su tamaño no habría cambiado –empero– siento que, cuando se topa con un obstáculo, su fondo ahora es más fuerte y los problemas no lo afectan fácilmente."
Watanabe, que divide su tiempo entre Estados Unidos y Japón, creció en la región costera de Niigata, donde su madre era maestra de primaria y su padre enseñaba caligrafía. Al igual que su padre, Watanabe practica la caligrafía. Y también le gusta relajarse tocando la trompeta, instrumento que ha estudiado varios años.
“Quiero vivir seria y sinceramente,” afirma. “Trato de mantener un equilibrio entre la seriedad y el carácter juguetón. Me gusta leer, jugar al golf y pasear a mi perro.”
Sobre el filme que protagoniza, Watanabe concluye con una frase intensa: “ Esta película es un poderoso recordatorio de que la guerra solamente trae tragedias”.