El temor no es infundado. Se cree que, hace unos 65 millones de años, un inmenso asteroide de entre 8 y 10 kilómetros de diámetro golpeó nuestro planeta, en la península de Yucatán, en México.
La huella del impacto hoy se encuentra en la profundidad del mar, pero en aquel momento la capa de polvo que el choque levantó, los incendios y, por consiguiente, los cambios climáticos hicieron que todo rastro de vida en la tierra desapareciera. Esta es la Teoría que explica la desaparición de los dinosaurios en este planeta.
Pero las huellas de este peligro no son tan antiguas. El 30 de junio de 1908, un asteroide más pequeño cayó en el bosque de Tunguska, Siberia. La onda expansiva provocada por el impacto botó árboles a cientos de kilómetros de la zona donde cayó el asteroide.
Por eso, el temor no duró en emerger cuando un grupo de astrónomos del laboratorio LINEAR del Instituto de Tecnología de Massachusetts (Estados Unidos) descubrió el mes pasado el asteroide 2002 NT7, y estimó que existía una pequeña posibilidad (1 en 250.000) de que, en su órbita, colisionara con la Tierra.
Para dicha de la humanidad, después de más observaciones y cálculos matemáticos, los astrónomos han desechado el peligro.
Sin embargo, queda claro que los asteroides igual que los cometas pueden chocar contra los planetas, pues están en constante movimiento, y en algún momento pueden cruzarse con la órbita de la Tierra. Para muestra un botón: el 18 de agosto, un asteroide "rozará" el globo. Se trata del 2002 NY40, que pasará a 530.000 kilómetros de la Tierra 1,3 distancias Luna, la cual, para términos del Universo, es una distancia muy pequeña aunque no hay riesgo de impacto.
Habitantes del sistema
Los asteroides son cuerpos menores del sistema solar. Tienen un diámetro inferior a los 1.000 kilómetros y, al igual que los planetas, rotan alrededor del Sol, explica Daniel Azofeifa, físico de la Universidad de Costa Rica.
"Se cree que los asteroides son rastros de la formación del Sistema Solar hace unos 4.000 millones de años", explica el experto.
Formados de metal principalmente níquel o hierro, o ricos en carbono en otras palabras, con estructura de piedra, la mayoría de los asteroides se encuentra en una franja entre Marte y Júpiter, viajando en órbitas alrededor del Sol, como los planetas del sistema.
No obstante, hay otros asteroides que viajan en órbitas diferentes, que se cruzan con los planetas, por lo que existe el riesgo permanente de un choque.
Esos cuerpos con posibilidades de chocar son conocidos como NEO's, Near Earth Objects , en español: objetos cercanos a la Tierra.
Los más pequeños, con menos de medio metro de diámetro, no causan daño alguno. "Caen a la Tierra, pero se desintegran por la fricción con la atmósfera. En algunos casos, fragmentos llegan a caer en la superficie, y los que conocemos como meteoritos", sostiene Azofeifa.
La historia cambia con los más grandes. "Cuando tenemos asteroides de más de un kilómetro de diámetro, su impacto significa una catástrofe global", advierte.
Si eso sucediera, la cantidad del polvo que se levantaría oscurecería la atmósfera y los incendios generarían una gran cantidad de dióxido de carbono, borrando prácticamente todo rastro de vida.
"Aunque un asteroide así caiga en Siberia, igual nos afectaría a nosotros", anota.
Perpetua vigilancia
Justo por esa posibilidad de impacto es que todos los días hay astrónomos dedicados a observar el cielo, para detectar los asteroides que pueden ser una amenaza para el planeta.
El programa Spaceguard Survey vigilancia del espacio, creado por la NASA en 1998, sirve de sombrilla para varios centros de observación astronómica en todo el planeta.
En el mapa del Universo, los asteroides se ven como una estrella más, solo que se mueven. Por ello, cuando se localiza alguno, se empieza a hacer cálculos para determinar su órbita y si hay posibilidad de que impacte contra el planeta.
A finales del año pasado, los astrónomos ya habían identificado a cerca de la mitad de los NEO's más grandes que viajan por el espacio. La meta es identificarlos a todos.
Pero, ¿qué se puede hacer en caso de que uno se dirija hacia nosotros? Azofeifa explica que no hay mucho por hacer para defendernos. Sin embargo, con el desarrollo actual de la ciencia aeroespacial y de la industria armamentista, se podría tomar medidas para sacar a un asteroide de su órbita y evitar que colisione con la Tierra.
Además, si sirve de consuelo, según la NASA la Tierra es golpeada por un asteroide grande solo una o dos veces cada millón de años. Ahora, cuándo se dará ese golpe, mañana o dentro de un millón de años, es una interrogante que todavía no tiene respuesta.