El repentino e involuntario contacto de las posaderas con el terrazo que cubre la pista puede ser doloroso; mas el mejor consuelo para el aprendiz es que “todos comenzaron cayéndose”.
Así le sucedió en su momento a ese patinador que está gire que gire sobre el centro de la pista, ¿lo ven? Dicen que ese es su espacio predilecto para hacer piruetas en ocho ruedas –con cuatro en cada pie–. En sus primeras visitas al salón, era un gran amigo del hielo en bolsa, al que acudía tras sus constantes resbalones. Afortunadamente, aquellos días quedaron en el pasado para el ágil patinador quien hoy es todo un “as”.
Por allá está un cliente nuevo; se le puede identificar porque no se desprende del pasamanos y parece estar siguiendo al pie de la letra la recomendación de ir levantando los pies, como marchando, y dar pasos cortos.
Esa es una de las reglas básicas para perderle miedo a este pasatiempo; sino que lo diga la
Dicen los administradores que “toda Costa Rica ha pasado por acá”. Durante los 50 años que lleva de existir, tres generaciones (o quizá cuatro) se han amarrado los patines en el salón de patines Music y se han lanzado literalmente a pista.
Desde su inauguración, en 1960, el recorrido sin fin se enciende, tanda a tanda, de lunes a domingo. En sus primeros días de vida, el costo de la entrada era de ¢2 para niños y ¢3 para adultos. Es decir, bastaba con un par de monedas para empezar a rodar.
Pese a que hoy las cifras suenan ridículas, en aquella época era todo un privilegio por asistir a este salón de patines: el más grande del país.
Han pasado muchas décadas, pero la prístina pista mantiene intacto el mérito de ser la más extensa de Costa Rica; además, posee el récord de duración cuando se habla de patinaje sobre ruedas a nivel local. Sus propietarios llevan al Music en la sangre... pues ese es su primer apellido, que le calzó como anillo al dedo a este negocio.
Las medidas exactas de la pista son un secreto familiar pero lo importante acá no son los metros de extensión sino que la tradición del amor por el patinaje se ha deslizado de una generación a otra sin derrape alguno.
Los dueños coinciden en que la longevidad del salón se debe al “trabajo en familia”, del cual “ningún miembro se ha salvado”, asegura Jimmy Music, de 65 años de edad, y quien -–desde 1974-– se divide la administración con su hermano menor, Odus Jr. hoy de 58 años.
El linaje de los Music Fernández se completa con las gemelas Martha y Evelyn, quienes en su momento también tuvieron responsabilidades en el negocio familiar. Este se dividía en labores como jefear la pista, dar lecciones gratuitas, vender comida en la soda del local, promover actividades especiales o repartir patines por talla.
Todos ellos han sido testigos de cómo niños, adolescentes, adultos e incluso ancianos, han cruzado la puerta de entrada en zapatos lustrados y han salido de allí felices por la diversión vivida sobre ruedas.
“Nuestro éxito ha tenido que ver con el ambiente sano que ofrecemos”, asegura Jason Music, quien es miembro de la tercera generación que labora en el salón. Además, le suma el éxito que traen las dinámicas en ruedas que se organizan a diario, así como el hecho de que haya “música para todos los gustos”.
Su hija aún no cumple un año de edad y ya ha tenido la experiencia de dar pasos por la pista sujeta al patín del padre. “Hoy le pusimos los patines por primera vez”, contó el día de la entrevista. El abuelo de la menor, Odus Jr. afirma: “Esperamos que algún día sea la cuarta generación la que se encargue de este lugar”.
Para recapitular este medio siglo de historia, se hace necesario trasladarse a Estados Unidos, específicamente a East Point, Kentucky, donde un hombre llamado Odus Music Webb inauguró el Music’s Skating Ring a finales de los años 40.
Años después, interesados en establecerse en Costa Rica, el estadounidense y su esposa tica, María Cecilia Fernández, vendieron el salón en Kentucky y utilizaron ese dinero para comprar un lote en 1959 y construir “un salón al estilo norteamericano en pleno Valle Central”.
“Aquí solo había cafetales... era un barrial enorme, pero mi papá se encargó de levantar él mismo la infraestructura”, recuerda Jimmy.
Para entonces, el cine Mendoza (en Plaza Víquez) había intentado crear un salón de patines: “a veces quitaban las butacas y la gente se insertaba una placa con ruedas en los zapatos”, relata Odus Jr.
“Mi papá fue al banco a pedir un préstamo para completar el gasto de la construcción, pero le respondieron que un salón de patines en Costa Rica era ‘una inversión tonta’” .
La negación provocó que fuera necesario tocar otras puertas con más fe. Dichosamente, el negocio siempre ha caminado sobre ruedas... algo lógico.
La pista de los Music, en aquellos primeros meses, era algo nunca visto en el país: “innovadora y lindísima; un verdadero
Muy poca gente tenía carro, por lo que no era necesario un parqueo; los patines se importaban y eran de marca Chicago.
Recuerdan los dueños que “era la primera vez que llegaban al país patines profesionales”. Tiempo después pasaron a ser patines Sure Grip, Riedell y Roller Derby, y para el año 2000 se incluyeron patines en línea.
El piso original llegó desde Estados Unidos, revestido con una pintura hulada. En 1963, a causa de los estragos causados por la erupción del volcán Irazú, la superficie debió ser sustituida por una de terrazo pulido.
Lo que hasta ahora nunca se ha cambiado, es la bola disco que sobresale en el centro de la pista. Otros elementos, como las gradas, los espejos del fondo y hasta algunos patines tienen visibles señales de antigüedad.
“Cuando el salón tenía poco de existir, papá cerraba a las 10 p.m. en punto. Yo me quedaba cuidando y, a eso de las 10:10, metía a un grupo de amigos a patinar; jugábamos hockey, hacíamos carreras y hasta una moto metimos”, rememora, al revelar un secreto bien guardado.
Varios salones de patines han abierto durante los 50 años que tiene el Music de existir; sin embargo, ningún otro ha logrado permanecer durante tanto tiempo.
Actualmente, otros espacios ofrecen una pista de baile. Por ejemplo, el salón de patines Internacional (Alajuela), Los 12 discípulos (Liberia), Patines Belmar (Guanacaste), Patines Magic (Heredia) y Nacaome (Esparza). Hay unos que rotan de provincia en provincia... como la Ley de la Ambulancia.
El caso del Music es particular, pues además de las tandas regulares –que van desde las 10 a. m. hasta las 10 p. m., de lunes a domingo– el espacio también se utilizar para actividades privadas de empresas y fiestas de cumpleaños, una costumbre que nació a raíz de las celebraciones de natalicio dentro de la familia.
Más de una pareja también ha decidido contraer nupcias en patines sin trastabillar al dar el “sí”, y es que muchas se han conocido y enamorado dando vueltas... . Así, los patines Music, se han ganado la fama de “formar parejas” las cuales, años después, asisten con sus hijos y hasta nietos.
Jimmy no posee datos sobre la cantidad de matrimonios que han patrocinado sin querer, pero acude al refrán anglosajón que dicta: “Los que patinan juntos se mantienen juntos”.
Como nota curiosa recuerda los nombres de algunos políticos que han pasado por esta pista: el exministro de Agricultura Alberto Dent, el viceministro de Hacienda Francisco Fonseca, y el expresidente José María Figueres, popular en las carreras vespertinas.
Fonseca fue entrenador de algunos equipos de patinaje artístico que descollaron en los años 80, época en la cual el salón contaba con su propio equipo de hockey, que participó en varios torneos regionales.
Otro logro en el plano competitivo fue la participación de Shannon y Kenneth Music en un torneo mundial de patinaje artístico en Florida, en 1992.
“Tuvimos una época de oro al involucrarnos en diferentes disciplinas. Sin embargo, nuestro enfoque actual es el de la atención al cliente que viene en familia”, dice Jason, quien además de coadministrador es instructor.
El árbol genealógico de este negocio se mantiene fuerte: Odus Music Webb patinó hasta sus 85 años de edad; aunque hoy, a sus 96 años, ya está alejado de su mayor pasión. Su esposa todavía baja al salón para echarle ‘un ojito’ al asunto y asegurarse de que todos la están pasando bien. “Mamá sigue mandando de vez en cuando”, dice.
En los controles de la música hay un viejo conocido de la familia: David Fernández. Su padre, Carlos
Mientras las canciones van cambiando, la misión y la visión de la empresa familiar siguen intactas: ambiente sano y abierto a todo público, sin límite de edad.
Preocupa poco si los patines son en línea o son los tradicionales; “lo importante son las ganas y tener perseverancia”, recomienda Randall
Si bien las bodas de oro de este salón de patines se conmemoraron oficialmente el año pasado, la celebración no cesa. Una fila de varios metros hacia el este de la rotonda de La Hispanidad da cuenta de lo mucho que gusta este buen ejercicio cardiovascular.
¿Qué significa para los Music llevar ese icónico apellido? Para Odus Jr. es “un honor por hacer una labor social desde hace 50 años”, mientras que para Jimmy “el Music ha pasado de ser solo un apellido a ser sinónimo de patines en Costa Rica”.
Sin tener que descifrar esta pista todo indica que seguiremos teniendo patines para rato.