Ya han pasado bastantes capítulos de “Pablo Escobar, el patrón del mal”, como para formarse una idea completa de esta narconovela cuyos realizadores se propusieron narrar la “historia” bajo el prisma de las víctimas, porque incluso entre ellos hay familiares dos prominentes mártires de la violencia del capo. Mi impresión es que los esfuerzos narrativos, técnicos y estéticos lo que han logrado crear es un espectáculo-negocio televisivo de primer orden que opaca todas las buenas intenciones de intentar que el país se purificara con la recreación de esos días aciagos. Si pretendían dar una “lección de historia” a las generaciones actuales, el tiro les salió por la culata.
Cuatro episodios. Mal negocio haríamos en cambiar la Historia por las supuestas enseñanzas de una telenovela. Lo que sí nos sirve es para poner de relieve el profundo vacío que existe en la educación sobre la formación histórica de las nuevas generaciones, aspecto indispensable para mantener viva la cultura de una nación; este descuido trae graves consecuencias, una de ellas dejar que a la juventud la eduquen preferentemente los medios de comunicación. Todos ya sabíamos sobre la huella de Escobar en la sociedad. Lo repaso de la mano de cuatro tipos de episodios:
kAquellos en que pone su objetivo en llegar al Congreso donde, según él, “está el poder absoluto”. Los acontecimientos recientes de reforma de la justicia nos han mostrado que la semilla que sembró Escobar dio sus frutos: ahí está recargado, legitimado y multiplicado en su acción.
kLos episodios del arribismo social, que muestran cómo penetró en la sociedad paisa, hizo negocios con ella e incluso le sacó dinero para su empresa criminal, poniendo al descubierto la doble moral que abrió el camino al imperio de los antivalores hoy vigente.
kEl relato del rechazo que recibió la familia del capo, que le dio pie a instaurar la ley de la intimidación por la cual quienes no eran amigos de sus hijos o de sus amigos, eran sus enemigos, pasando a ser el mayor enemigo de la sociedad que lo había acogido, a la que le declaró la guerra a muerte.
kLa narración de la corrupción instaurada por Pablo Escobar en los cuerpos armados (además de la política y otros campos), empezando por la Policía, que echó las raíces de lo que hoy estamos viendo como fenómeno generalizado y creciente.
Esta narconovela logra magnificar el mito, prolongarlo y decirle a la gente que tenemos un personaje tristemente famoso, al cual la TV le dedica más esfuerzos que a contar la historia de los héroes de verdad, porque esos no dan rating. De nada sirve aprender del pasado con base en íconos de ese estilo. Como escribió Nicolás Pernett, la sociedad que padeció a Pablo Escobar es la misma de hoy dominada por la violencia en diferentes formas, por la ambición del dinero fácil, de la corrupción y por las veleidades capitalistas.
Necesitamos verdaderos estudios de sociólogos e historiadores que nos den luces profundas para conocer nuestro pasado y así conocernos mejor. Mientras tanto estos productos mediáticos no son más que versiones actualizadas del “pan y circo”.
Jorge Yarce Instituto Latinoamericano de Desarrollo Humano