UN ROBO CON NOMBRE, mejor dicho: con once nombres, que son los de los tipos de la increíble pandilla que un día deciden robar todo el dinero de tres casinos, ¡tres a la vez!, que se encuentran en Las Vegas, allí donde las máquinas, los dados, las cartas, la ludopatía y los jugadores se olvidan de la pobreza ajena.
Así es, once pilluelos apasionados, astutos y deshibidos arman el más sofisticado, entretenido y simpático atraco, y esto da lugar a una película muy agradable, muy bien armada y muy bien realizada que nos llega con el título de La gran estafa, dirigida con esmero, sutileza e inteligencia por Steven Soderbergh.
El filme se titula en inglés Ocean's Eleven, y esto enciende el bombillo de los más cinéfilos. ¡Claro! Se trata del refrito de una simpática comedia que, con el mismo título, dirigió Lewis Milestone en 1960. En Costa Rica, la cinta se estrenó con el título de Once a la medianoche, y -en otros lugares- fue bautizada con el de La cuadrilla de los once.
Esa comedia de 1960 tenía el aliciente comercial de su elenco, con actores como Frank Sinatra, Dean Martin, Joey Bishop, Sammy Davis Jr. y Peter Lawford (mejor conocidos como el Rat Pack de Hollywood), acompañados -entre otros- por Angie Dickinson y Henry Silva.
El refrito que ahora nos llega, dirigido por Soderbergh, tiene idéntico gancho: el de un reparto estelar, donde aparecen George Clooney, Brad Pitt, Julia Roberts, Matt Damon, Andy García, Don Cheadle y Elliot Gould. ¡Casi nada! Amén de que Angie Dickinson y Henry Silva meten nostalgias con sus breves apariciones durante la secuencia de una pelea de boxeo (socialmente elegante) que se vive en Las Vegas.
La filosofía de esta extrovertida cuadrilla de los once es la de robar a quien se lo merece, por lo que nos resulta simpática la tal oncena. Son tan locos estos pandilleros que se meten a hacerlo en tres casinos: el clásico MGM Grand, el novedoso Bellagio y el tradicional Mirage. El robo es una maravilla (lo decimos sin afán de asustar a ningún censor), y la película se da gusto describiéndolo.
Allí están muy bien definidos los momentos: cierta solemnidad al prepararse el robo (buena introducción), mucha intensidad con él (mejor desarrollo) y sorpresas al final (desenlace muy bien logrado, con doble final incluido). No hay duda que Steven Soderbergh, el director, se luce como los buenos al narrar con imágenes (de paso, también se encarga de la fotografía bajo el pseudónimo de Peter Andrews). En tanto, los actores lo acuerpan con gracejo.
Película sin fisuras: del atraco perfecto del argumento sale un espectáculo perfecto para ir al cine.