Moscú. La deserción de ocho soldados en una conflictiva región del Cáucaso puso hoy en jaque a las fuerzas de paz rusas en la zona y levantó chispas en Moscú, donde la cúpula militar se ve incapaz de atajar el desplome moral en el Ejército.
Ausencia de disciplina, maltrato a reclutas que llega al asesinato en ocasiones, alcoholismo y falta de presupuesto son razones que explican esta ola de deserciones en el que antaño fuera uno de los ejércitos más poderosos del mundo.
La Unión de Comités de Madres de Soldados de Rusia denunció hoy que cada año se producen cerca de 40.000 deserciones, muchas de las cuales nunca son comunicadas, en un Ejército de 1,2 millones de soldados.
El 90 por ciento de esas deserciones es a causa de las palizas, torturas y extorsiones que sufren los jóvenes en el Ejército ruso, donde anualmente mueren entre 3.000 y 5.000 soldados, muchos más que las bajas por la guerra de Chechenia.
El último caso de deserción ocurrió hoy en la región georgiana de Osetia del Sur, donde sirven unidades rusas junto a tropas osetias y de Georgia como fuerzas de interposición en una de las zonas más peligrosas del Cáucaso Norte.
Siete sargentos y un soldado raso abandonaron su unidad con dos fusiles de asalto, una ametralladora, un lanzagranadas y munición, después de una francachela de alcohol con civiles, indicó la comandancia de las fuerzas de paz rusas.
Los desertores fueron vistos por última vez dirigiéndose hacia Tsjinvalí, la capital de Osetia del Sur, región de Georgia donde fueron emplazadas
estas fuerzas de interposición en julio de 1992 tras tres años de guerra separatista apoyada por Moscú.
Esta ha sido la cuarta deserción en los últimos días, tras los trágicos incidentes ocurridos este fin de semana en las también repúblicas caucásicas de Adiguea y Chechenia.
En Adiguea, se desató el pasado domingo una auténtica cacería humana contra dos desertores que abandonaron sus puestos en la brigada motorizada 131 de Maikop con sendos fusiles de asalto "kaláshnikov" y 125 balas cada uno.
En su fuga, los dos jóvenes, de 19 y 20 años de edad y al parecer ebrios, mataron a dos policías y se escondieron en los bosques cercanos a Maikop, capital de Adiguea.
Allí fueron rodeados en la mañana del lunes y acribillados, cuando ofrecieron resistencia a su detención.
Dos días antes se había producido un suceso similar, cuando un soldado desertó de su cuartel en Chechenia, tras matar a dos tenientes.
Aunque alcanzó el vecino territorio de Stávropol, fue localizado y cercado por la policía; el soldado se negó a entregarse y se suicidó, según la versión del departamento de Interior de esa región.
Una tercera deserción se resolvió sin sangre ayer, cuando se entregó voluntariamente un desertor en Karelia, junto a la frontera finlandesa.
El caso más sangriento de este año fue el 4 de febrero, cuando dos soldados de 20 años mataron a cuatro civiles y cinco policías tras abandonar su unidad en Ulianovsk, en el Volga, y huir a la vecina Tatarstán; ambos murieron en un posterior tiroteo.
En el curso de 2002 se han producido casi mensualmente incidentes dentro de los cuarteles rusos, saldados con al menos una decena de muertos en enfrentamientos entre militares, borrachos o enfurecidos por el trato que allí se les depara.
"El Ejército, peligroso para la vida", titulaba hoy el diario "Nezavisimaya Gazeta", que denunció el acceso que tienen muchos soldados a las armas sin que controles médicos fiables hayan declarado su idoneidad para el servicio militar.
"Guerra civil en las Fuerzas Armadas", era el titular hoy en primera página de "Novie Izvestia" este martes.
Según el periódico, se producen intentos de deserción casi cada semana, pero sólo alcanzan resonancia en los medios de comunicación cuando se produce una tragedia como las de Maikop o Tatarstán.
Otros medios de comunicación señalaron que el Kremlin busca ya responsabilidades en el Estado Mayor ruso por las deserciones, la falta de disciplina y el empeoramiento de las condiciones en los cuarteles, donde se estrellan todos los planes de reforma trazados en el ministerio de Defensa.
Según Eduard Vorobiov, vicejefe del Comité de Defensa de la Duma o cámara baja del Parlamento, la falta de medios ha creado un cuerpo de oficiales para quienes sólo cuenta su propia supervivencia, mientras son incapaces de imponer el mínimo respeto y moral entre los soldados a sus órdenes.
Tal es el terror que causa en los jóvenes el servicio militar que en Moscú, hasta el 20 por ciento de los jóvenes llamados a filas anualmente (400.000 en toda Rusia) tratan de eludirlo.
Para reunir el número mínimo de reclutas, las autoridades lanzan auténticas "batidas" que acaban incluso con detenciones ilegales de muchachos por las calles sin avisos a sus familiares, que sólo pueden interceder con el pago de grandes sumas de dinero en los cuarteles de inscripción.
Edición periodística: Gerardo González y Juan Fernando Lara . Fuente: agencias.