En una conversación normal, Harrison Ford habla tan quedamente que a veces es preciso hacer un esfuerzo para escucharlo.
En una ocasión, el astro comentó que sus aterradoras escenas con ratas y serpientes de la serie fílmica de Indiana Jones no le inspiraron temor. "El ser humano es lo que más temo", agregó.
Pese a tratarse de un actor cuyas películas han vendido más boletos que las de ningún otro astro de Hollywood, Ford continúa siendo una persona sumamente modesta.
Con sus honorarios de $20 millones (¢6.040 millones) por película, el actor trata de llevar una vida sosegada y se somete a entrevistas no para hacer propaganda personal, sino para ayudar en las recaudaciones de la cinta que acaba de protagonizar.
A diferencia de otros astros de Hollywood, Ford no manifiesta deseo alguno de dirigir o producir sus propias películas.
En una entrevista reciente, el actor comentó acerca del premio de trayectoria del Instituto Estadounidense de Cine, que acababa de serle otorgado. Otros ganadores de ese premio han sido, en el curso de los años, Bette Davis, James Cagney, Elizaberh Taylor, James Stewart, Fred Astaire y Sidney Poitier, así como numerosos directores.
"Para mí, es un misterio cómo fue que me invitaron a sumarme a esa lista dijo Ford. Pero me siento muy halagado."
En sus dominios
Ford fue entrevistado en una de sus tres residencias, una mansión de estilo inglés tradicional construida en las colinas de Brentwood. El actor compró la propiedad hace 18 años, pasó dos años reconstruyéndola y nunca vivió en ella.
Ford y su segunda esposa, Melissa Mathison, utilizan esa residencia durante sus visitas ocasionales a Los Ángeles, en tanto que mantienen una hacienda en Jackson Hole, estado de Wyoming, y otra en Nueva York, donde residen también sus hijos Malcolm, de 12 años, y Georgia, de nueve.
Ford tiene otros dos hijos de su primer matrimonio, Benjamín, de 33 años, y Willard, de 30, así como un nieto de seis.
En la universidad de Ripon, estado de Wisconsin, Ford se matriculó en las clases de arte dramática quizá llevado por una tradición familiar: su padre había sico actor de radio y su abuelo comediante de vodevil.
"Hice un par de obras de teatro y la gente me alentó", dijo. "Fue lo único que hallé en esa universidad que tenía un aspecto beneficioso y solidario con la comunidad."
Después de unas cuantas obras de teatro, Ford hizo sus maletas y se marchó a Hollywood.
"Comencé a trabajar para Columbia Pictures con un salario de $150 (¢45.300) a la semana", dijo. "Creo que hasta los empleados del correo interno (de los estudios) ganaban más que eso."
Su debut en la pantalla fue en 1966, cuando hizo de botones en la película Dead Heat on a Merry-Go-Round, donde tenía una sola frase de diálogo.
Después de un año y medio en Columbia pasó a Universal con $250 (¢80.000) a la semana. En esos estudios hizo mayormente programas de televisión.
Durante un tiempo dejó la actuación para trabajar como carpintero, pero pronto recibió una llamada de los productores Fred Roos y Gary Kurtz para que hiciera un papel en American Graffiti .