Washington, 15 may (EFE).- El espíritu capitalista de los ciudadanos de EEUU ha dado otra muestra de su buena salud con la explotación comercial de la historia de Jennifer Wilbanks, la novia que huyó y fingió un secuestro para no casarse.
Como la senadora demócrata Hillary Clinton y la secretaria de Estado, Condoleezza Rice, Wilbanks ya cuenta con su propia muñeca.
La vende por 24,95 dólares Herobuilders.com, una empresa de Connecticut que está dispuesta a hacer envíos internacionales si se solicita en su página de internet.
La muñeca Wilbanks, de 30 centímetros, viste una camiseta y unos pantalones deportivos, y lleva en la mano la manta de rayas de colores con la que se cubrió para ocultarse de la prensa tras confesar que se había inventado la historia del secuestro.
La página anima a comprar la muñeca "antes de que se escape de las manos".
En Lawrenceville (Georgia), el dueño de la tienda Pappy's Peppers, "Pappy" David Ryan, también ha aprovechado la publicidad que ha generado el caso para promocionar esta semana una nueva salsa picante, en cuya etiqueta se muestra a una novia corriendo que se sujeta el velo con una mano.
Además, en la página de subastas eBay hay decenas de productos a la venta que guardan relación con Wilbanks, como una invitación para la boda que nunca tuvo lugar, por 24,50 dólares, y que se debía haber realizado el 30 de abril, y camisetas con su foto por 18,99 dólares.
Pero lo que más abundan son tostadas y otros productos como patatas, galletas y pasteles con su rostro o sus iniciales.
Así, la semana pasada Perry Lonzello subastó en eBay una tostada con un dibujo de la novia de Georgia, por la que un hombre de California ofreció 15.400 dólares. Lonzello dijo con pena que el hombre no ha querido pagarle después.
Quien sí que podría tener que pagar es la propia Wilbanks. El año pasado, un estudiante de Wisconsin que fingió su secuestro fue condenado a tres años de libertad condicional y tuvo que abonar a la policía unos 9.000 dólares por los gastos que costó su búsqueda.
No obstante, la mujer de Georgia podría pedir que le deduzcan de la multa la riqueza que ha generado al país al estimular el consumo de los estadounidenses. EFE
cma/emi/tg