La sed parecía mucha el viernes por la noche. Desde las 9 p. m., el Latino Rock Café estaba generosamente poblado y de aquella masa, nada despreciable, empezaban a surgir los coros de “Oh, oh, No Te Va, No Te Va a Gustar”.
Revoleaban a brazo alzado camisetas, abrigos y cualquier otro trapito. Y a falta de cosa de tela a mano, aplausos con ritmo iban pidiendo que saliera la banda.
Ni la misma No Te Va a Gustar (NTVG) podía creerlo. Ella que bien podía haber esperado lo peor, que al lugar llegaran cuatro gatos por pura curiosidad, tenía para sí un lugar lleno... ¡y de fans!
De no ser un seguidor, habría resultado imposible –como sí pasó– corear una a una las canciones, incluso aquellas que arman el disco más nuevo de la banda: El camino es largo . ¡Y ahí estaba el Latino! Con sed de verlos desatarse en vivo, con hambre de cantarlos.
Canta la calle. El plato fuerte se dejó servir a las 10:25 p. m. tras un aperitivo a la tica: La Milixia.
La banda no se dejó opacar por su peor enemigo: el sonido.
Donovan Camacho y compañía –es todo un ensamble esta banda, cerca de diez músicos– no echaron pa’ atrás cuando se le iba el micrófono en su segunda pieza ni cuando sonaban estridentes en lugar de brillantes.
Se entregó La Milixia con un repertorio que demuestra que hace más que ska . Le mete el diente a la fusión reggae , a la cumbia ska y hasta hace de un bolero un tema fusión. Encima, canta con contenido: Calle Memoria , Hijo de la calle (a los niños que tienen por casa las aceras), No quiero olvidar , Junto a ti...
En una canción, La Milixia y NTVG se hermanaron en escenario: en Con mis manos se sumó el trombonista de NTVG, Cecilio Denis Ramos.
Cecilio se las trae, es el alma de la fiesta. Tiene todos los dotes de un frontman , y los desarrolla a pesar de tener que andar con el trombón en la boca.
La Milixia pudo irse a dormir tranquila esa noche, pasó con gloria la prueba: le gritaban “¡otra!”. Sin embargo, ya no había chance, era el turno del invitado, que no hizo honor a su nombre: su desempeño fue de Sí Te Va a Gustar.
Apareció ‘El Oficial’. Tras un ajuste de escenario de una duración moderada –entre más breve, mil veces mejor–, apareció NTVG con El Oficial , tema de su cuarto disco Todo es tan inflamable (2006).
Ya estaba todo dicho y cocinado. Desde esa primera canción, el público se rindió a los pies de NTVG. De ahí en adelante, hasta el tema 23, los fans no pararon de cantar, de saltar, de ondear banderas de Uruguay y de bailar si era posible.
“Esto es más de lo que esperábamos”, dijo Emiliano Brancciari, el cantante. Era obvio que la banda no sabía a lo que venía.
Estaría el local vacío si nunca hemos tocado acá, pudo pensar NTVG. Y San José los sorprendió gratamente. “Estamos felices de estar aquí, felices de que vinieran”, remató Brancciari.
“Vamos a tocar canciones de todos nuestros discos”, dijo la voz cantante de NTVG y cumplieron.
Del álbum nuevo hicieron El camino , Como si estuviera , Esta plaga y Rata –ya al final del concierto–.
Clara , No hay dolor , Te quiero más –de donde una frase dio el nombre al disco Este fuerte viento que sopla (2002)– también aparecieron.
La banda, que comprobó que es de esas que en vivo son jugosas y brillantes, se despidió con Al vacío, quizás uno de sus temas más bellos líricamente.
Por supuesto, el público no aceptó tal ausencia y pidió más. La banda regresó para tocar cuatro temas, entre ellos No necesito nada y La única voz, que fue escrita para la madre del cantante.
Así, a las 12:20 a. m. del sábado, NTVG bajó del escenario e hizo realidad la letra de Pedro Navaja : la vida te da sorpresas/sorpresas de da la vida. ¡Ay, Dios!