
Estamos claros de que la televisión no está en función de la educación (pudiendo estarlo) y sí del entretenimiento de las grandes audiencias que son las que alimentan esta gran industria.
Sin embargo, entretenerse no debería, necesariamente, ser sinónimo de sentarse en frente de una pantalla, desconectar el cerebro y vegetar mientras varios adultos jóvenes brincan, juegan y actúan como lo haría un grupo de escolares hiperactivos.
¿Pero qué sucede si eso es precisamente lo que la gente quiere ver? Más en concreto. ¿Qué sucede si eso es lo que quieren ver casi cien mil costarricenses que le han dado su apoyo en Facebook a esta forma de hacer televisión? Pues nada. Que los productores tomarán nota de su éxito y seguirán complaciendo a la audiencia, garante de buenos patrocinios y jugosos dividendos.
De
En cuanto a sus protagonistas, tampoco hay misterio. En un
En
Eso se puede comprobar a lo largo de todo el programa. Ninguno de los participantes pierde un segundo sin estar chequeándose en los monitores y en el momento que constatan su presencia ¡zaz! A menear la cintura, hacer caritas, enviar besitos, y saludar a la audiencia invisible detrás del lente. Salgo en tele y luego existo. Eso lo tienen claro.
Durante un concurso de karaoke, los animadores se cansaron de explicarle a los concursantes la regla básica del juego sin lograr que estos la acataran: “no podían correr hasta el micrófono si no se sabían la canción”. Pero ellos no estaban para poner atención a cosas tan complicadas. ¿Por qué creen que están en
Ahora, ¿por qué a la gente le gusta ver el programa? ¿Será que pensar se ha vuelto una tarea indeseable y difícil? ¿Será por el trascendental dilema que plantea la feroz lucha entre un equipo vestido de naranja y otro vestido de azul?
Quise encontrar una respuesta en los comentarios de los seguidores de
“Bamos
OK. Creo haber entendido por qué la lucha por el
No vaya a ser que un día cualquiera nos encontremos a