Psicólogos y neurólogos siguen investigando cómo la música de Wolfgang Amadeus Mozart puede usarse como terapia para tratar enfermedades tan diversas como mal de Alzheimer, epilepsia, úlceras gástricas o arritmia cardíaca, o bien para elevar el coeficiente intelectual.
Los estudios formales para analizar esta singular aplicación de la obra de Mozart se multiplicaron cuando la terapia pasó a convertirse en una moda. Hoy es un negocio que ya incluye colecciones de discos compactos, libros y páginas electrónicas como www.mozarteffect.com
Una de estas empresas surgió en Estados Unidos de la mano del músico y maestro Don Campbell, quien en los años 90, acuñó la expresión "el efecto Mozart" para referirse al potencial que tienen las composiciones del músico para inspirar y estimular la mente humana.
Pero el primero en descubrir los supuestos beneficios neurofisiológicos de Mozart fue el profesor y médico francés Alfred Tomatis, quien, hace 40 años, ya dirigía tratamientos de desórdenes infantiles y depresiones con la ayuda de esta música.
Para Tomatis, la clave está en la forma en que Mozart repite regularmente sus melodías o secuencias musicales.
Por su parte, Campbell asegura que los productos de "el efecto Mozart" han sido diseñados para producir múltiples beneficios, como aumento del coeficiente intelectual, estímulo de la creatividad y exploración del movimiento y la expresión corporal.
El autor asegura que las composiciones de Mozart se han usado para procurar mejoras en la salud de personalidades como como el ministro israelí Ariel Sharon, quien lo escucha como parte de una terapia cerebral.
Los detractores de esta corriente sostienen que la producción de Mozart no es la única capaz de aliviar ciertos males, pues es la música en sí la que produce grandes beneficios.
También advierten que el alivio obtenido es solo una sensación temporal.