Miami. ara sur del Teatro Jackie Gleason, en South Beach, Miami. Bajo el sol, decenas de periodistas y camarógrafos hacen fila para retirar sus credenciales, e ingresar a una de las ceremonias más esperadas de los últimos meses: la primera entrega de los MTV Latinos.
Y en los jardines del teatro, el movimiento es frenético. Órdenes van y vienen en un spanglish perfecto, que parece salido de una noche de tragos en la que Cervantes y Shakespeare se hicieron compadres. Aún así, la comunicación es fluida: los periodistas conocen el ritual, los organizadores son versados en la materia... todo es rutina lejos de la rutina.
Pero no sólo ellos habitan este ecosistema llamado farándula. También están los artistas, quienes llegarían mucho después, así como una raza a la que en Costa Rica se le llama desde "bombetas" hasta "estimado público", dependiendo del cristal con que se mira. Y todos con una función en el show .
Gente para todo
Un grupo se amontona en el jardín. Todos visten al último grito de la moda de los videos musicales: ellas con escotes y microfaldas, o pantalones al cuerpo; ellos con costosas camisas o trajes de diseñador. En ninguna mano falta un celular, y el gimnasio es obvio, a lo Miami Beach.
Desentona con el cuidado exterior una actitud nerviosa, típica de quien quiere hacer creer que no está emocionado: son los seatfillers o rellena-asientos, cuidadosamente escogidos para que, a la hora de la transmisión, no exista espacios vacíos. Ellos reciben un rápido entrenamiento en el arte de gritar ante las cámaras.
Todo es parte de una detallada producción. Es entretenimiento... se vale.
Tras un par de horas inicia el pre-show . Aparecen los artistas y sus acompañantes, saludados por multitud de fanáticos en las graderías. Empieza el desfile.
Camino ¿rojo?
Para MTV, rutina es una mala palabra, por eso la "alfombra roja" como todos la llamaban era púrpura. Sin importar el color, sobre ella caminaron los principales invitados de la noche, algunos con más creatividad que otros.
Una de las apariciones más ingeniosas (y breves) fue la de Avril Lavigne, quien fue llevada a hombros por sus amigos y compañeros de banda.
System of a Down no se quedó atrás: sus miembros llegaron enmascarados como conocidas figuras políticas.
En Café Tacuba tampoco faltaron las máscaras. Su vocalista, quien hasta hace poco era conocido como Rita Cantalagua y antes era Anónimo... y antes Cosme, y quien ahora se hace llamar El Gallo Gas, entró con un antifaz con cresta y todo.
Pasaron sin detenerse Nick Carter, de los Backstret boys; Johnny Knoxville; Paulina Rubio quien al menos posó para las cámaras y la leyenda del punk Iggy Pop.
También llegaron Juanes, Natalia La Fourcade, Sofía Vergara, Ceratti, Los Prisioneros, Genitallica, Fey, Jaime Baily, Kinky, y los anfitriones Diego Luna y Mario Pergolini.
Un cara a cara
Mientras el espectáculo era observado por millones, la sala de prensa detrás del escenario hervía. No había seguridad de cuáles artistas llegarían hasta allí, pero la cuenta fue buena. Entre los favoritos estuvieron Sin Banderas, quienes cantaron a capella para los reporteros; System of a Down; Maná; Carlos Santana, y Shakira, aplaudida y felicitada por una noche muy exitosa.
Pero la gran sorpresa fue la llegada de Soda Stereo. Sí, los tres juntos otra vez frente al micrófono, no para cantar sino para compartir con la prensa.
La Ley, Diego Torres y Natalia Oreiro también se tomaron su tiempo para hablar, al igual que Nick Carter y Fey.
Al final, llegaron los anfitriones, quienes hicieron gala de una química que los llevó a bromear más allá de lo debido.
Así, importante o superfluo, divertido o ridículo, Latinoamérica se puso a la altura de otras regiones que se esfuerzan por producir vitrinas para sus gustos. En esta ocasión, el símbolo fue la lengua, que habló con acento anglo-latino.v