
DE COLOR PLATEADO
Compañía Nacional de Danza
Coreografías: Baile è ciegos , Sandra Trejos y Alejandro Tosatti, Diquis Tiquis
Las manos de los predicadores , Jimmy Ortiz, Danza Losdenmedium
Derribos , Carlos Ovares, Compañía Nacional de Danza
Ojos que no ven , Humberto Canessa, Compañía Nacional de Danza
Sábado 10 de julio de 2004, 8 p. m.
Teatro Nacional
En la última jornada que festejó la creación de la Compañía Nacional de Danza, participaron dos agrupaciones independientes cuya labor ha sido reconocida a nivel nacional e internacional. Diquis Tiquis y Losdenmedium fueron los acompañantes del grupo oficial.
Baile è ciegos, es un dúo creado e interpretado por Sandra Trejos y Alejandro Tosatti que forma parte de la obra Paredes de brillo tímido. La lectura que se le puede hacer a este segmento es la eterna tensión que existe entre una pareja para definir quién ejerce el poder en la relación. Esta lucha por la supremacía lleva siempre a la aniquilación de uno, y en Baile è ciegos la víctima fue la fémina. Como ejecutante Tosatti jugó con la agilidad y fuerza en sus gestos.
En Las manos de los predicadores, Jimmy Ortiz, director de Danza Losdenmedium, parte del tema de la obsesión religiosa para recrear personajes que por su posición
dogmática no pueden resolver los problemas cercanos a la realidad. En este trabajo se combina la fuerte ejecución de Florencia Cháves, con la limpia realización de Emanuel Ramírez, Diego Álvarez y Mario Blanco. Ortiz retoma en este cuarteto, musicalizado por Iván Rodríguez, la composición basada en resoluciones de movimientos cortados y dinámicos con un mensaje claro.
El programa de esta noche, pudo prescindir de la coreografía Derribos, presentada el primer día, sobre todo, por la duración de la coreografía de cierre y que la mayoría de las creaciones tenían un enfoque denso.
Los trece bailarines de la Compañía Nacional de Danza interpretaron Ojos que no ven del coreógrafo Humberto Canessa que contó con una escenografía muy dinámica. Sin embargo, para la ocasión, el extracto presentado resultó demasiado largo. Además, la puesta presentó desigualdad en la calidad. Hasta la sección alusiva a las parejas mantuvo una limpieza adecuada. En la parte musicalizada con la Pasión de San Juan de Lambarena, nunca se logró el unísono. Ojos que no ven estuvo saturada en la composición espacial, principalmente, porque se desarrollaron muchos motivos coreográficos en las partes grupales a un mismo tiempo.
En cuanto a la ejecución, Patricia Chavarría y Daniel Marenco se lucieron en la pareja. De igual modo, Mimi González en su personaje solitario. Cabe destacar que durante las tres funciones, se mantuvo un buen nivel en las luces y otros aspectos relacionados con la plástica escénica.
Esta breve temporada permite reflexionar sobre el desarrollo que ha tenido la danza en Costa Rica. Ahora se ven agrupaciones que acumulan más de cinco lustros de actividad artística y formativa, un público que sigue con entusiasmo a los artistas, varias generaciones de creadores, relevo de talento a nivel de interpretación y festivales en los que se muestran estrenos y reposiciones. Además un repertorio que se ha venido depurando y confirma la vigencia de las obras. Esto es lo que podría considerarse como la consolidación de un campo cultural. Es de esperar que, para próximos eventos dancísticos, la calidad lograda en esta celebración sea el parámetro general. Así, los intérpretes y creadores saldrán satisfechos por la labor realizada y el público responderá con su asistencia permanente.