Por Almudena Calatrava
México, 2 ene (EFE).- Un creciente flujo de adolescentes centroamericanas llega a México huyendo de la pobreza y encandiladas por un sueño de prosperidad que no se cumplirá jamás, ya que terminan explotadas sexualmente por mafias cada vez más organizadas.
Así lo reconocen autoridades políticas y organizaciones no gubernamentales que consideran que el fenómeno es preocupante, ya que la entrada de estas mujeres, muchas de las cuales se asientan en el estado sureño de Chiapas y en Ciudad de México, va en aumento.
"Aunque es una estimación, sí hay un crecimiento de este fenómeno, quizá de entre un 10 y 20 por ciento" el último año, afirmó a EFE la presidenta del Instituto Nacional de Mujeres, Patricia Espinosa.
Las redes de traficantes de personas que operan en el país suelen estar integradas por mexicanos, estadounidenses y europeos.
Las "sexo servidoras", como son conocidas en México, vienen "desde el sur y se distribuyen" por todo el territorio, según explicó la funcionaria, quien admitió que las chicas empiezan a ser explotadas a edades cada vez más tempranas, como a los 12 años.
Las autoridades han detectado a unas 2.500 centroamericanas y caribeñas prostituyéndose en Tapachula, ciudad del empobrecido estado mexicano de Chiapas y fronteriza con Guatemala.
El 90 por ciento de ellas proviene de Centroamérica; y de éstas, el 95 por ciento son indocumentadas y cerca de la mitad tienen entre 13 y 17 años, señaló Espinosa citando estudios de organizaciones de derechos humanos.
Otros puntos de la frontera sur de México albergan a gran parte de las emigrantes centroamericanas que acaban prostituyéndose.
"Vienen huyendo y muchas buscando el sueño americano, pero se estancan allá", explicó a EFE Jaime Montejo, de la Organización No Gubernamental Brigada Callejera.
Puede ocurrir que los "coyotes" (traficantes) vendan a las mujeres en los prostíbulos para cobrarse el viaje que ellas no pudieron pagarles.
En tanto en el norte, en la ciudad de Tijuana, fronteriza con Estados Unidos, "varias de ellas logran pasar al otro lado gracias a las redes de traficantes", afirmó Montejo.
En esa ciudad la prensa ha documentado que al menos 900 menores de edad, de ambos sexos, se prostituyen. El problema es de tal magnitud que hace un año se inició un programa para rehabilitar a los explotados sexualmente.
Algunos testimonios señalan a policías municipales como los suministradores de clientes, normalmente turistas, a cambio del 50 por ciento de las ganancias.
En los últimos cinco años la Zona de la Merced de la capital mexicana, donde en algunas calles pareciera que las chicas desfilan ante los transeúntes, se ha convertido en un punto de creciente concentración de centroamericanas y caribeñas, indicó Montejo.
Y cerca de la capital mexicana, en la ciudad de Pachuca, una tercera parte de las mujeres que venden su cuerpo salieron algún día de Honduras, Nicaragua, El Salvador u otro país de la zona, probablemente escapando de la pobreza o la violencia, señaló.
Patricia Espinosa explicó que la "falta de educación" y la "discriminación" que sufre el género femenino son factores de "riesgo" que deben ser atacados para combatir este fenómeno.
En el seno de la Organización de Estados Americanos se comenzó a analizar las raíces de la denominada "trata de personas" para contar con un diagnóstico sobre el fenómeno de la explotación sexual en varios países de la región, proyecto al que México se ha sumado.
Uno de los puntos de análisis señala que las mujeres y niñas que son explotadas sexualmente en la región son sosten de su familia y tienen un nivel educativo muy limitado.
En el continente americano, los controles fronterizos débiles, la falta de personal policial entrenado, la corrupción y los cuantiosos beneficios de la industria del sexo son un caldo de cultivo.
Por ejemplo, las centroamericanas que quedan varadas en la frontera sur mexicana, conocida en algunos círculos como "Sodoma y Gomorra", son conminadas a drogarse, alcoholizarse y trabajar por agentes migratorios y propietarios de cantinas. EFE
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