Don José Badilla viene de una familia herediana que, para subsistir, aprendió a trabajar el hierro y la madera. Fue así como aprendió a tallar la madera, habilidad que ahora le permite llevar el sustento a su familia.
Su oficio es artesano y sus creaciones son juguetes de madera: caballitos, granjas y, el más popular, los maromeros.
Todas esas piezas las llevó a la V Feria Nacional de Artesanía Manos Creadoras que estará hasta el fin de semana, en Fercori, y reúne a 142 artesanos de todo el país.
Don José se preocupó por contar, en su puesto, con una buena variedad de juguetes pues los organizadores escogieron como motivo de la feria el juguete artesanal.
"Mi abuelo solía contarme que el maromero es un juguete africano que aprendieron a hacer mineros ingleses cuando trabajaron en ese continente y, luego, lo trajeron a Costa Rica, cuando llegaron a las minas del monte Aguacate", dijo mientras mostraba una pieza.
Presidente de la Asociación Costarricense de Artesanos, él sabe que existe una buena aceptación por los productos hechos "a pura mano", sin embargo, se queja de las dificultades que viven para comercializar las artesanías que elaboran con tanto entusiasmo.
"Los intermediarios se llevan la ganancia y nosotros no tenemos un lugar donde exhibir las piezas directamente al público, a no ser por esta feria", aseguró.
La feria es coordinada cada año por el Consejo Nacional de Artesanía y otras entidades como: el Ministerio de Economía, Industria y Comercio, el Instituto Nacional de Aprendizaje y el Instituto Nacional de Turismo. Y, el objetivo es que cpúblico y artesanos se encuentren "cara a cara".
Ingenio sin límite
Caminar por la feria es pasar de un ingenioso mundo a otro pues hay prácticamente de todo: joyería, piezas en cerámica, bolsos de cuero, objetos tallados en madera, candelas, cuadros, prendas de vestirÖ
La lista es interminable e igual de variados son los precios, los maromeros de don José, por ejemplo, cuestan ¢600 , un bolso de cuero llega a los ¢8.000 y las piezas talladas en madera, con motivos típicos, van desde ¢1.000.
La mejor parte del recorrido es conversar con los artesanos, quienes tienen muchos años dedicados al oficio y se inspiran en sus propias vivencias para crear las piezas.
Don Adilio Chinchilla, por ejemplo, viajó desde Acosta con las yuntas de bueyes que talla en madera, en sus ratos libres.
Los modelos para esas creaciones son los propios bueyes con que trabaja todos los días el campo.
"Vendo por encargos, ni siquiera sabía de esta feria pero un amigo me trajo", comentó.
La feria terminará este domingo, por eso, no pierda la posibilidad de recibir de las propias manos de los creadores, las piezas de artesanía que tanto le gustan.