¡Hola!, me llamo Gaby, tengo cinco años. Soy una niña muy buena y cuando sea grande voy a ser doctora para curar a todos los enfermos.
Ustedes se preguntarán qué hago yo aquí. Pues hoy, Día de los Niños, me tocó el turno de hablarles de nosotros, de los niños. Les contaré una historia, espero que les guste.
Hace largo tiempo, como 15 días, yo le llevé a mi mamá un dibujo muy lindo: ella era la más grandota de todos, mis hermanos eran más altos que yo, y yo, que soy la menor, era la más pequeñita. Mi papá no era tan grande, él nunca está en la casa.
Mi mamá, que se llama Lorena, me dijo: "Mi amor, qué bonito. Pero, ¿por qué yo soy más grande que tu papá si él es más alto que yo?" Yo me enojé mucho, mi mamá no me entendió, pero solo alcé los hombros y no le dije nada.
Cuenta Melania Agüero, una psicoanalista que trabaja con niños -como yo-, adolescentes y adultos, que los dibujos son una forma en que los seres humanos expresamos nuestra interioridad; es decir, lo que sentimos pero no decimos.
"Los niños siempre dibujan lo que les pasa, lo que les produce alegría, lo que les da miedo, lo que los enoja", dice Agüero.
Yo le creo, a mí me gusta muchísimo dibujar y yo pinto así, como veo el mundo.
Estaba tan enojada con mami porque no le gustó mi dibujo, que hice otro: allí mami era pequeñita y yo muy grande, como un gigante, y tenía en la mano un lápiz para explicarle todo.
Lo que mi mamá no entendió es que, según dice la pedagoga Karina Picado, el dibujo es una actividad psicológica emocional. Es decir, un ejercicio muy humano donde se sale todo lo que somos, aunque no lo hagamos conscientemente.
"En el dibujo se pueden ver dos áreas muy importantes: la edad mental-afectiva del niño y su promoción social. Con la primera, es un instrumento donde uno se da cuenta cómo el niño maneja sus emociones, cuál es su relación con el núcleo familiar (como me llevo con papá, mamá, hermanos). Además, también permite observar cómo se relaciona el pequeño con la gente, cómo ve a quienes lo rodean y cómo se ve él", explicó la pedagoga.
Para nosotros, los niños, es un juego, es muy divertido pintar por horas lo que uno quiera y dejar miles de figuritas e ideas sobre el papel y algunas veces sobre las paredes. Pero, "shhh", no le digan a mami, ella se molestaría muchísimo si supiera que pinté un rincón de mi cuarto. Aquí en confianza les confieso algo: quedó lindísimo, ahora es mi pared preferida.
Según dice Picado, todo en nuestros dibujos es simbólico, desde la elección de los colores, las formas, los trazos, los tamaños hasta el uso del espacio en el cuál pintamos. Es interesante, ¿no? Lástima que mami no los ve con más atención, siempre dice que qué bonitos y después pasa y los tira al basurero.
Yo soy una gran cuentista. Todos mis dibujos están acompañados de una linda explicación que yo le invento.
"El dibujo debe ser libre. Y es de suma importancia la explicación posterior en palabras. Es un error que nosotros tratemos de adivinar qué quieren decir, el niño es el único que sabe que quiere decir y es importante que él lo diga", explicó la psicoanalista Agüero. Yo estoy de acuerdo, pero mami y papi siempre están ¡tan ocupados! Ser adulto debe ser complicado.
"Los papás tenemos que ser más humildes y reconocer que el único que nos puede transmitir lo que le pasa, es el niño", comentó Agüero. Para ella, el dibujar no es solo una forma de expresión sino un medio terapéutico que nos permite deshacernos de todo lo que nos guardamos dentro.
"Ojalá todos dibujaran y pintaran, el mundo estaría bastante diferente. Todos tendríamos una vía de escape. El niño que no dibuje y no juegue será un niño deprimido, inseguro y débil pues no lo dejan expresarse", añadió la psicoanalista.
Cada uno es un mundo
Hay algo que me aburre mucho: cuando mi papá (ah, perdón, no se los he presentado: él se llama Gonzalo) dibuja conmigo le pone una carita al sol, otra a las flores y yo pienso: "qué raro, el sol no tiene ojos, ni boca, ni orejas. Yo prefiero mi propio sol anaranjado".
Picado cree lo mismo que yo. "Los padres no deben estereotipar los dibujos ni decirles a sus hijos que copien alguna figura ya establecida, deben dejar que sus niños saquen las cosas de su interior", aseveró.
"Un simple dibujito", diría mi mamá.
Sí mami, pero según explican las especialistas, gracias a un dibujito se puede saber si un niño está siendo agredido, tiene miedo, está asustado...
Según Agüero, el psicoanálisis trabaja con los simbolismos porque es un especialista, que ha estudiado y tiene conocimiento del caso. Los padres deben acudir a ellos, cuando vean que nosotros, además de estar dibujando "cosas sospechosas", hemos estado muy callados, ansiosos, no queremos comer, demasiado hiperactivos, nos orinamos en la cama o con alguna actitud poco usual, comentó Picado.
Por eso, los papás siempre deben estar alertas. Pero, por favor, tampoco nos sofoquen; porque si nos persiguen y por cada mancha nos preguntan por qué, es muy posible que ya nunca más nos den ganas de dibujar. Yo me aburriría.
Piénselo bien
Es preferible que usted le regale un pedazo de pared a su hijo, a que este pinte por toda la casa.
No le sugiera, déle libertad para dibujar lo que se le ocurra.
Respete la individualidad del niño.
Déle un espacio para dibujar, los materiales y permítale que se ensucie. Ponga límites, pero no lo coarte.
Motive a sus niños a dibujar contándoles cuentos o diciéndoles que dibujen lo más bonito de un paseo.
Fuentes: La psicoanalista Melania Agüero y la pedagoga Karina Picado.