Aferrado a su guitarra, Raymond Briceño canta con vehemencia una de las piezas que ha compuesto en una celda del Centro Penitenciario La Reforma, poemas que musicaliza y recita con la voz teñida de dolor y nostalgia, ternura y esperanza:
" Ayer por la tarde,
a través del enrejado,
contemplando me he quedado
las montañas a lo lejos (...)
Cualquiera diría ë¡es locura!í,
pero yo sé que volé,
de la cárcel me escapé ..."
La poesía y la música logran liberar a él y a sus compañeros, quienes lo escuchan emocionados y le aplauden al finalizar el taller cultural al que asisten los viernes, en las tardes. Este espacio les permite expresarse y ampliar sus horizontes gracias a la iniciativa de Paola Valverde Alier, una incipiente poetisa de 19 años, que fundó el taller en 2001 con el fin de ayudarlos a sobrellevar su condición de privados de libertad.
"La mayoría de la gente estigmatiza a los privados de libertad y los juzga sin conocerlos, sin saber que ellos están tratando de cambiar y de ser mejores personas. En el taller ellos pueden aprender, expresar sus sentimientos, salirse de la rutina, respirar en un ambiente distinto", manifiesta la joven.
En la actualidad asisten al taller unos 20 reclusos del ámbito de mínima seguridad, quienes cumplen penas inferiores a los 20 años, por diferentes delitos.
Motivados por el espacio cultural, 12 internos crearon una rondalla que hizo su primera presentación en setiembre, durante la semana cívica, bajo la dirección de Briceño.
Un dichoso encuentro
El 18 de octubre de 2001, varios privados de libertad vieron con interés una entrevista que le hicieron en canal 13 a Valverde a quien no conocían, con motivo de la publicación de su poemario Sombras y perfiles .
Un día después, Viva también publicó una semblanza de la muchacha e incluyó su número telefónico. Luego de leer la nota, los hombres decidieron llamarla para solicitarle que fuera a presentar su libro en La Reforma.
"El día que vimos a Paola en la tele nos llamó mucho la atención que una muchacha tan joven como ella tuviera esa gran sensibilidad y esa inclinación tan fuerte por la literatura. Eso nos animó a pedirle que nos viniera a hablar de poesía", narra Francisco Boza, quien era miembro de la banda de ladrones de carros liderada por Ricardo Méndez Castro Bambán e ingresó a la cárcel en 1994.
Ella aceptó la invitación y una visita bastó para que decidiera regresar. Al principio el taller solo se dedicaba a la literatura y asistían unos ocho privados de libertad. Poco a poco la joven empezó a invitar a conferencistas para que expusieran diferentes temas y el espacio se convirtió en un taller cultural. Hoy, cada viernes se enfatiza en una disciplina, como pintura, música, cine, historia del arte y literatura.
A veces dedican la sesión a comentar temas de la actualidad nacional y mundial.
Uno de los principales colaboradores de Valverde en este proyecto es David Gutiérrez, director de la Casa de la Cultura Popular José Figueres Ferrer.
"Creo que es un espacio de formación muy importante porque amplía los horizontes de los privados de libertad. Ellos siempre están deseosos de aprender y muestran un gran interés en la materia, sus apreciaciones y sus comentarios son mucho más profundos que otros que he escuchado como profesor universitario", afirma Gutiérrez.
A juicio de Francisco Boza, el taller ha permitido que muchos de los privados de libertad descubran sus propios talentos. "El taller ha sembrado una inquietud para que muchos se animen a explorar sus potencialidades y se interesen por temas que antes ni conocían. Esta es una manera de lograr el fin rehabilitador que debe tener la cárcel y de mejorar las condiciones de vida de los que estamos aquí", dice.
Él obtuvo en la cárcel su licenciatura en Administración Educativa, por medio de la Universidad Estatal a Distancia (UNED), y, motivado por los resultados del taller, fundó la Asociación de Estudiantes Universitarios en La Reforma.
Buenos frutos
Raymond Briceño ingresó a la cárcel de San Sebastián en 1998 y dos años después pasó a La Reforma, por un delito que prefiere no recordar. Motivado por el taller cultural escribió el libro Poesías de la cárcel y ahora da vida a la novela Cuando dejó de amanecer .
"Para mí, la poesía es una fuga. A veces me levanto en la madrugada y, de pronto, en medio de esta porquería, veo a la gata siguiendo el vuelo de una esperanza: esas son las maravillas que me inspiran a escribir", afirma el poeta de 50 años, organista, guitarrista y autor de 270 canciones, muchas de las cuales se encuentran inscritas en la Asociación de Compositores y Autores Musicales (ACAM).
Ahora, su ilusión es consolidar la rondalla de La Reforma.
"Había cinco guitarras dormitando en un lugar de la cárcel y yo tenía algunos instrumentos en mi casa, entonces busqué gente que supiera tocar y la verdad es que el grupo suena muy bien. Ahora quiero conseguir donaciones para comprar más equipo y promover la rondalla", explica.
Otro escritor descubierto en el taller es "Gochez", quien pronto cumplirá siete años de estar en la cárcel y prefiere no revelar su nombre. "Yo tengo tres libros en proyecto y quiero conseguir un padrino para publicarlos, porque allí hablo de mi experiencia en la cárcel, de los errores del sistema y de las violaciones a los derechos humanos de los privados de libertad", señala.
"Este taller es una gran bendición y Paola es un ángel que todos los viernes nos ayuda a salir del infierno. Ella ha entendido que el hecho de estar privados de libertad no nos hace menos humanos", dice.