Si el niño duerme en la cama de sus padres y se niega a ir a la suya, es importante analizar si se trata solo de una necesidad del menor o si corresponde a una de los padres (compañía, evitación de la intimidad). Es necesario estar conscientes para realmente modificarlo.
De acuerdo con el Dr. Estivill, el mismo método sirve con niños pequeños y grandes. Los padres deben estar seguros y no sentirse culpables: si el niño lo percibe, no confiará.
El menor debe identificarse con su cuarto y todas las noches debe seguirse la misma rutina (ej. lavarse los dientes, ponerse la pijama, leer un cuento, despedirse y acostarse), debe tener cerca algún elemento (cobija, peluche, etc.) “que lo acompañará” mientras duerme. Debe dormirse solo; si necesita la presencia de los padres cada vez que se despierte, requerirá de ellos para volverse a dormir. Los padres deben salir del cuarto. En caso de que el niño llore, deben entrar por pequeños intervalos (30 seg.) para que no se sienta abandonado.
El primer día, se espera un minuto para entrar la primera vez; 3 minutos para la segunda y 5 para las siguientes, hasta que se duerma. En los días posteriores, se les añaden 2 minutos a estos tiempos.
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