La boca abierta, los ojos cerrados y los brazos estirados, todo junto en una acción tan natural como contagiosa. Bostezamos todos los días: al despertar, al mediodía o antes de dormir, pero ni siquiera los científicos saben aún qué es o para qué sirve un bostezo.
Se ha descrito como un ciclo respiratorio que dura de 5 a 10 segundos y comprende una inspiración lenta y profunda y una expiración pasiva. En ese lapso, se abren las trompas de Eustaquio y se provoca un breve descenso de la audición, los músculos del rostro se contraen, se segregan lágrimas y el ritmo cardiaco puede aumentar hasta un 30 por ciento.
Las teorías que calificaban al bostezo como una reacción del cerebro ante la necesidad de oxígeno o como un acto contagioso han sido descartadas.
Muchos científicos han coincidido en que, para los humanos, bostezar es una acción parcialmente involuntaria, pues somos capaces de contenerlos o provocarlos pensando en ellos o viendo como otras personas lo hacen.
Mas también tienen su lado malo. El bostezo puede ser una síntoma en patologías y males psiquiátricos. Además, ocupa el primer lugar entre las causas de luxación de mandíbula.