Tokio . El primer ministro de Japón, Junichiro Koizumi, hizo hoy un viaje histórico a Pyongyang para discutir los problemas bilaterales y de seguridad mundial con el líder norcoreano Kim Jong Il, quien admitió la vinculación del régimen en el secuestro de ciudadanos japoneses hace unas décadas.
La visita, la primera de un dirigente japonés a ese Estado comunista desde la división de la península de Corea a finales de la Segunda Guerra Mundial, ha levantado una tremenda expectación entre los familiares de japoneses desaparecidos entre 1977 y 1983 en extrañas circunstancias, que Tokio atribuye a secuestros de espías norcoreanos.
Antes de iniciar su viaje a Pyongyang, Koizumi subrayó que no haría concesión alguna para establecer lazos diplomáticos si el régimen norteño no reconocía los secuestros de 11 japoneses, algo que hasta ahora Pyongyang se ha negado a admitir.
Al cabo de dos reuniones entre Koizumi y Kim, de tres horas y media en total, el ministro Secretario y Portavoz del Gobierno japonés, Yasuo Fukuda, anunció en Tokio que Pyongyang había informado de que sólo cuatro de los once desaparecidos estaban vivos.
Según declaraciones de fuentes japonesas a los periodistas que acompañaron a Koizumi, Kim admitió la responsabilidad del régimen en los secuestros, acciones que justificó en la necesidad de enseñar el idioma japonés a un cuerpo especial de agentes y utilizar sus identidades para infiltrarse en Corea del Sur.
A la vez que ofreció sus disculpas por esos sucesos, Kim dijo que no se volverían a repetir y, aunque no admitió su propia implicación, afirmó que los responsables de ese proyecto habían sido castigados.
Además, Pyongyang notificó el fallecimiento de otros dos japoneses fuera de las listas pero desaparecidos en extrañas circunstancias mientras estudiaban en Madrid (España) en 1980, y que según Tokio habían sido llevados a Corea del Norte, Kaoru Matuki y Toru Ishioka.
La noticia conmocionó a Tokio. Familiares de los desaparecidos que esperaban noticias en una dependencia del Ministerio de Asuntos Exteriores arremetieron contra el gobierno, la policía y los parlamentarios japoneses por el deficiente manejo de esta crisis.
Según manifestaron, a pesar de que hace más de diez años se pudo comprobar la veracidad de los secuestros las autoridades arrinconaron el problema y su posible solución, por lo que la responsabilidad debía ser compartida por todos ellos.
En una rueda de prensa desde Pyongyang transmitida en directo por la televisión, Koizumi mostró su pesar porque seis de los desaparecidos japoneses estaban muertos.
Koizumi anunció que en el mes de octubre se retomarán las negociaciones para establecer relaciones diplomáticas con Corea del Norte, rotas hace dos años, "para evitar que se vuelvan a producir casos similares".
En cuanto a la seguridad mundial, Kim Jong Il dijo que Corea del Norte tiene siempre abierta la puerta del diálogo y pidió a Koizumi que transmita sus palabras al presidente estadounidense, George W. Bush, quien considera a Corea del Norte como parte del "eje del mal" y sospecha que desarrolla armas de destrucción masiva.
Según Koizumi, Pyongyang se comprometió a prolongar indefinidamente la suspensión del lanzamiento experimental de cohetes que Occidente considera un peligro para el rearme de ese país.
Además, el régimen comunista respetará el acuerdo de 1994 según el cual debe aceptar las inspecciones de la Agencia Internacional de Energía Nuclear que acaben con las sospechas de que desarrolla programas nucleares.
Según el comunicado conjunto, Corea del Norte abandonó sus exigencias para que Tokio pague millonarias indemnizaciones por su ocupación colonial de la península entre 1910 y 1945 y a cambio Japón ofrecerá una cuantiosa ayuda económica, no determinada.
A diferencia de la histórica cumbre que en 2000 celebraron en Pyongyang Kim Jong Il y el presidente surcoreano Kim Dae Jung, Koizumi no fue recibido al pie del avión por el líder norcoreano y en su lugar le dio los parabienes el presidente de la Asamblea Popular Suprema, Kim Yong Nam, número dos del régimen.
El aparente éxito del viaje relámpago de Koizumi ayudará a elevar la popularidad del primer ministro, afectada por la larga crisis económica que sufre el país y la escasez de resultados de las medidas oficiales tomadas.
Para el líder norcoreano es también un paso adelante ya que la mejora de las relaciones con la segunda potencia económica internacional le beneficiará de su ayuda financiera y de su influencia política en sus esfuerzos para abrirse al mundo.
Edición periodística: Gerardo González y Juan Fernando Lara . Fuente: agencias.