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Libre cautiverio

Hace cuatro años, su idea fue cuidarlos y ayudar a que se reproduzcan; hoy, Álvaro Otoya demuestra que se pueden hacer ambas cosas sin que los animales rechacen el cautiverio.

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Tras escapar más de una vez del certero rifle de un cazador, Blanquita no confía mucho en la personas. Fijamente mira a quienes la visitan en su amplísima jaula, y con recelo se acerca para comer la fruta que le ofrecen.








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