"Con Saddam Hussein, los verdaderos escritores iraquíes se dividían en tres grupos: los que vivían fuera del país, los que estaban en la cárcel y los que trabajaban en la clandestinidad", según resume Hameed Al Muktar, novelista, ex presidiario y actual presidente de la Unión de Escritores Iraquíes.
Una vez derrocado el antiguo gobierno en abril pasado, los literatos ganaron la libertad de pensamiento, pero pagaron por ella un precio alto: el final de los salarios mensuales que recibían del régimen y el saqueo de su sede, en el centro de Bagdad, que fue pasto de los ladrones.
Cinco meses después de la caída de Saddam Hussein, los miembros de esta asociación, que pasan de 1.000, no aceptan la autoridad estadounidense, reflejada en la figura del italiano Pietro Cordone, consejero de Cultura, y sueñan con un verdadero ministerio "de iraquíes para iraquíes".
Según los escritores, reunidos el sábado en su encuentro semanal, "viejos rostros del partido Baas" siguen trabajando con Cordone, que se ha olvidado de "limpiar la casa antes de habitarla".
El reciente nombramiento de Mufid Al-Jazaeri como ministro de Cultura, ex periodista y perseguido político durante el régimen de Hussein, ha dado esperanzas a estos intelectuales. En su primera intervención pública, Al-Jazaeri manifestó su intención de expulsar del ministerio a los cabecillas del partido Baas y readmitir en sus puestos a los trabajadores fueron expulsados, encarcelados o marginados.