Atlanta. El primer duelo cubano-norteamericano de los campeonatos de boxeo olímpico, una "final adelantada" de los moscas, hizo rugir a 8.000 espectadores, pero los hizo rugir de rabia, de desilusión, por no gozar del triunfo de Estados Unidos sobre Cuba.
El estadounidense Eric Morel (izquierda) conecta un recto de derecha en el rostro del cubano Maikro Romero. Romero ganó por 24-12 puntos. (Telefoto AFP/LA NACION )
"Los gringos rugieron como un león herido", comentó a la AFP un miembro de la delegación cubana, pero evitando todo comentario sobre las tensiones políticas que separan a ambos países.
El mosca cubano Maikro Romero fue recibido con silbatinas y se fue del cuadrilátero en medio de un ensordecedor abucheo. Pero se fue muy contento, con un merecido triunfo de 24-12 puntos, por una puerta abierta hacia el título olímpico.
El campeón norteamericano, Eric Morel --que en 1992 fue vicecampeón mundial juvenil peleando por Puerto Rico-- se despidió en medio de un no menos ensordecer aplauso, con vítores y ovaciones de vencedor.
Durante la apasionante pelea, quizás la mejor de los 116 combates disputados hasta ahora, el monstruo de 8.000 cabezas rugió constantemente, de aliento, de pena o satisfacción.
Romero se impuso por 24-12 puntos, tras haber ejercido un neto dominio tanto en el aspecto defensivo como en el ofensivo, desarticulando por completo la táctica que tenía preparada el norteamericano.
Morel nunca pudo encontrar la senda más adecuada para contrarrestar la mayor potencia del cubano y se resignó a una prematura eliminación.
"Empecé en forma muy lenta el combate, que es lo que no debía haber hecho", confesó el norteamericano.
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