La verdad no me acuerdo de dónde me saqué la palabra “leguleyo” para referirme a gente que piensa que la ley no vale por su espíritu, sino por ley. Me costó mucho encontrarla en el diccionario, ya que empecé buscando con ortografías más que exóticas. Lo más probable es que no la oyera en la calle, porque estoy viviendo en un país donde la palabra de más sílabas que he oído en español es “burrito”, con una erre más que arrastrada.
En fin, volviendo al tema de la palabra leguleyo, lamento atribuírsela a alguien que no conozco. Un funcionario del Tribunal Supremo de Elecciones (Foro, 23/07/2010), dice que el TSE ahora permite a los costarricenses en el extranjero participar en procesos electorales. ¡Qué bien! –diría uno.
Pero resulta que para empadronarse hay que hacer algo poco menos que un conjuro chamán. Es un “leguleyismo”. En la embajada de Canadá le informaron a mi amigo que para completar el trámite y– aunque viva en el otro extremo del continente –debe volar en Ottawa (4 horas en avión, $600 en gastos), con la cédula de identidad y una foto con fondo celeste. Sí, celeste.
El señor del consulado fue muy amable en advertirle que corre el riesgo de que el fotógrafo no tenga tanta variedad de fondos, así que mejor llevara él mismo la cortina cuando se tomara la foto, para que el color de fondo sea el adecuado.
Yo, por mi lado, creo que no me debería quejar, ya que no me tocó tan difícil. Mi tramitología para poder votar en Estados Unidos solo requiere que tome un día libre para manejar 5 horas para llenar el bendito formulario de forma personal. Tengo la suerte de que puedo devolverme el mismo día. Además, por dicha, los señores diplomáticos de aquí no tienen preferencias cromáticas para el fondo de la foto. ¿Por qué los ciudadanos de países de primer mundo no necesitan hacer estos trámites en forma personal? Yo le digo el porqué: el TSE es leguleyo.
Respeto a todos. Confieso que para mí es importante votar en el próximo referéndum.
Si algo me enseñaron de chiquito, fue respetar toda la gente. Y digo toda, nada de “aplican restricciones”, ni pies de páginas. Toda. El próximo plebiscito quiere atropellar a una minoría metiéndose en una cuestión que es enteramente personal. Yo no quiero que sea un concurso de popularidad el decir cómo debe ser una familia. Por azares de la vida, mi familia tuvo una abuela y una madre que fueron como dos mamás para mí.
Sin duda no es una familia tradicional. Sin duda no es una familia perfecta. Señor lector, o señora lectora, la suya ¿lo es?
Dejemos vivir, y que Dios sea el que juzgue.
Es increíble que en Costa Rica nos preguntemos si todos somos iguales, o si hay algunos más iguales que otros. El discurso del funcionario del TSE es que permitir a la mayoría definir los derechos de una minoría sería inmoral e inconstitucional.
Pero, de forma leguleya, en la práctica aprueba un referéndum que dilapidaría la oportunidad de darle una migaja de derechos a una minoría.
Digo migaja, porque el proyecto tan solo ofrece cuatro derechos a las parejas del mismo sexo, y ni siquiera modifica el código de familia.