Las nalgadas son una de las formas de corrección infantil más extendida, aunque no por eso la más recomendable. Nada recomendable, según Murray Strauss, codirector del Laboratorio de Investigación Familiar de la Universidad de New Hampshire. Strauss y su equipo descubrieron otra consecuencia nociva de los azotes en los glúteos: conductas sexuales arriesgadas e incluso aberraciones sexuales cuando los niños crecen.
Un análisis sobre las nalgadas, llevado a cabo por Elizabeth Gershoff, profesora de la facultad de Trabajo Social de la Universidad de Michigan, halló que, en gran cantidad de casos (hay 93% de acuerdo en los resultados), los azotes pueden llevar a agresión y a conductas delincuentes y antisociales en la niñez, así como a abuso conyugal o infantil en la vida adulta.
“Probablemente no hay nada más en cuanto al desarrollo infantil en que exista un acuerdo de 93%”, señaló Strauss. Sin embargo, alrededor del 90% de los padres estadounidenses le pegan a sus hijos.
La investigación determinó que los azotes y otros castigos corporales se relacionan con una mayor probabilidad de coerción verbal y física hacia la pareja con la que están saliendo, con relaciones sexuales arriesgadas y con sexo masoquista.
“He investigado el castigo corporal por 30 años, y durante ese período se han acumulado muchas pruebas de que no funciona mejor que el castigo no corporal, y, además de eso, tiene efectos secundarios perjudiciales”, dijo Strauss. Concluyo que los padres no deberían pegarle a los niños porque, aunque funcionara, no es mejor que otros métodos sin golpes y sin efectos nocivos”.