Al llegar al sitio, el visitante no puede imaginar que está entrando a un bosque nuevo; que en lugar de ese oasis de flora y fauna, la tierra estuviera, hace dos décadas, dedicada a potreros para la crianza de ganado.
En un terreno de 7 mil hectáreas, la Asociación Protectora de Árboles (Arbofilia) ha establecido su centro de trabajo para la restauración integral de los ecosistemas productores de agua.
Esta Asociación fue creada hace 17 años por un grupo de lugareños y de científicos, quienes aprovecharon la disposición del terreno y las características naturales que caracterizan a la zona.
Agua para un mismo río
Ubicada detrás de la Reserva Biológica Carara, en el Pacífico Central, Arbofilia se ha encargado de oxigenar y mejorar la calidad y cantidad de agua de tres afluentes del río Grande de Tárcoles: el Sur Carara, Turrubares y Balsa, por medio de la reforestación de las zonas aledañas a los cauces.
Al mismo tiempo, el proyecto se ha convertido en una escuela para que estudiantes nacionales y extranjeros puedan optar por una especialización en su carrera universitaria. Además, se capacita a la comunidad y se la involucra en el desarrollo de proyectos, de manera que sea capaz de administrar las nacientes y utilizar racionalmente el agua.
A tres horas de San José, Arbofilia ha demostrado, con ejemplos concretos, que las fuentes de agua se pueden recuperar combinando la biodiversidad nativa, educación y el apoyo institucional para asegurar la continua recuperación y protección del ambiente.
Para mencionar un ejemplo, Miguel Soto, representante de la Asociación, comenta que durante una década se dieron a la tarea de "limpiar" el cauce del río Sur Carara.
"Con ayuda de voluntarios recogimos todo tipo de basura del afluente. Fue un trabajo arduo", agrega.
Para Víctor Quesada, lugareño, la mayor satisfacción está en que la restitución del bosque y la limpieza de afluentes constituyen un respiro de aguas limpias que llegan al Tárcoles. "Así se prolonga su vida y la de las especies que habitan ahí".
De esta manera, los trabajos de Arbofilia aportan u grano de arena al "Programa de Manejo de la Cuenca del Río Grande de Tárcoles", puesto en práctica en 1993 por el Gobierno para promover la conservación y rehabilitación de tan importante vía acuática.
El proceso de restauración de la vegetación y de las fuentes de agua está bien definido. Prueba de ello es la exuberancia del bosque húmedo, dentro de una zona que limita con la región seca del país.
Paso a paso
El primer paso para comenzar la labor es el reconocer las características topográficas de los suelos. Esto sirve para interpretar en qué forma el agua se acumula en ellos para alimentar a cada naciente.
"Una vez que señalamos el área a recuperar, se puede planificar la cantidad de árboles que se requieren en cada caso, así como el tipo de especie más conveniente", dice Soto.
En lo posible los árboles deben pertenecer a especies nativas. También se fomenta la regeneración de plantas menores (bromelias, orquídeas, musgos, entre otras) que contribuyen a la retención de humedad.
Hasta el momento se han plantado 470 especies de árboles, entre plantas pioneras (no necesitan cuidados especiales para su crecimiento) para rehabilitar los pastizales y especies que enriquecen el bosque.
Se puede encontrar el javillo, guapinol, guanacaste macho, guácimo, guarumo, nazareno, ajillo, jícaro de montaña y otros en peligro de extinción como el cristóbal negro y el guayacán.
Sin embargo, en Arbofilia no solo se trabaja con árboles. Prueba de ello es que la inclusión de especies de flora, además de proteger las nacientes, deben ofrecer refugio y alimento a la fauna local, importante para estabilizar el ecosistema.
El proyecto desarrolla un criadero de abejas, principales encargadas de transportar polen, garantizando la germinación.
Además, se han sembrado alrededor de 180 árboles frutales. Algunos sirven para que se alimente la lapa roja, propia de la región, y otros para que anide esa especie en extinción.
Para estos proyectos específicos, Arbofilia cuanta con el financiamiento de empresas nacionales e internacionales interesadas en labores de medio ambiente.
Después de la siembra
Si bien es cierto los estudiantes se acercan a Arbofilia por su interés en la naturaleza y en sus proyectos educativos, el ciclo no sería completo sin el apoyo de los propios vecinos de la zona. A fin de cuentas, éstos últimos se convierten en los manipuladores directos de los recursos.
Para ello, se ha desarrollado un programa de ecocultura con el fin de incentivar a los lugareños a proteger el ambiente.
Quesada asegura: "siempre se nos ha enseñado que el agua es un recurso abundante, pero la realidad que ahora entendemos es que los ecosistemas que rodean esas fuentes de agua sí pueden desaparecer".
Soto aclara que también se ocupa de una conciencia nacional en pro del buen manejo del ambiente.
Para el funcionario, no basta que la conservación se limite a las áreas protegidas (parques nacionales, reservas biológicas y refugios silvestres), porque en muchos casos esa delimitación ha dejado por fuera las fuentes de agua que alimentan esas zonas.
Opción verde
Estudiantes, turistas nacionales y extranjeros tienen la posibilidad de integrarse al proyecto Arbofilia.
Se organizan visitas con orientación ecológica; además, se imparten cursos, seminarios y talleres para estudiantes.
Se otorgan becas a estudiantes nacionales para realizar sus proyectos de tesis de grado.
Puede comunicarse por el teléfono 240-7145 o escribir un correo electrónico:arbofili@hotmail.com