Puede ser que hoy para muchos niños ticos la palabra “pirulo” sea sinónimo de payaso, pero 20 años atrás Los Pirulos debutaron con un plato de arroz con pollo como pago por su primera presentación.
En aquel entonces, el trío conformado por los hermanos Alexánder, Eddy y Johel Valverde Torres no era nada cercano a Los Pirulos que hoy todo el mundo conoce (de hecho el popular nombre no llegó sino hasta años después). No, aquellos muchachos se metieron al oficio de payasos casi que sin proponérselo, como algo que simplemente ocurrió.
Por mucho, la agrupación de payasos más popular de Costa Rica en los últimos años, Los Pirulos son todo un ejemplo de superación: han tenido programas de televisión, su discografía de música infantil original abarca ya varios álbumes y su equipo de trabajo le da empleo a más de 15 colaboradores.
Pero para llegar a ese punto, muchas fueron las peripecias por las que pasaron estos hermanos oriundos de San Juan de Dios de Desamparados, comunidad que se ha identificado tanto con el oficio de los Valverde que incluso a la calle donde habitan se le conoce ahora como “la calle de Los Pirulos”.
Genético. A Eddy, Johel y Alex el oficio de artista les viene en la sangre. Su padre, Johel Valverde, fue teatrero popular, intérprete de concherías e integrante de la orquesta Hermanos Valverde.
Como si fuera poco, de los ocho hijos de don Joel y doña Julia Torres, seis se han destacado en el arte: además de los tres Pirulos, también están Francisco, quien se presenta como el payaso Sortijitas; Julio, que es percusionista, y Lorena, que es artesana.
Gracias a la herencia paterna, en Alex, Eddy y Johel se despertó el deseo de meterse en el teatro y su primera experiencia en serio fue en los años 80, cuando integraron el grupo Caña Brava, de Víctor Valdelomar. Pese a no contar con estudios formales en actuación, los hermanos desamparadeños no dudaron en participar en todo tipo de montajes, incluida la obra La huelga , que en 1989 ganó el Festival Grano de Oro.
Fue gracias a esos acercamientos a los escenarios que los Valverde empezaron a improvisar como payasos. Trajes viejos de bufón y zapatillas chinas (al estilo Bruce Lee) fueron su primer atuendo, mientras que con óxido de zinc y pintura de labios se improvisaron los primeros maquillajes.
El asunto de pelucas se resolvió gracias a Joel, quien además se dedica a la decoración de escaparates en tiendas. “No éramos nada profesionales y no pensábamos dedicarnos al oficio de payasos. Fue algo que pasó sin darnos cuenta”, recordó Alex, mientras sus hermanos asentían con grandes gestos.
Mal arranque. Después de hacer su debut en la fiesta de un conocido (la misma donde les pagaron con arroz con pollo), la primera contratación de verdad para el grupo de payasos fue en una actividad para empleados de la Contraloría General de la República.
“La gente seguro creyó que era un humor para adultos y por eso no hicimos ni pizca de gracia. Viera cómo nos sentimos no solo de que nadie se riera, sino de que muchos jalaron de la fiesta cuando salimos nosotros. Hasta vergüenza nos dio cobrar los mil pesos que nos pagaron”, explica Johel.
Pese a tan poco promisorio inicio, el trío se concentró en profesionalizar el espectáculo, investigar más sobre rutinas y incluso experimentar sobre materiales para maquillaje. “Todo lo que uno se pueda untar en la cara, nosotros lo hemos probado. Ahora hay tiendas que importan todo lo que un payaso necesita, pero cuando empezamos no quedaba otra que arriesgarse e inventar”, comentó Alex.
Poco a poco el asunto mejoró: un día se les ocurrió llevar una grabadora a las fiestas infantiles y, no mucho después, Los Pirulos estaban grabando su primer casete, gracias en gran parte al apoyo de Teresita Bustamante Ponchipón .
Hoy, los atestados de los hermanos payasos son extensos: programas en radio, teletones, viajes a Nicaragua y Panamá, discos distribuidos por una disquera e incluso su propia página web (www.payasospirulos.com).
Ahora la siguiente meta es la internacionalización. Serán payasos, pero se toman muy en serio.