por Jesús García Becerril
Roma, 2 abr (EFE).- Roma se prepara de nuevo para convertirse en el centro del mundo ("caput mundi" en la tradicional denominación latina) con motivo de la muerte y los funerales de Juan Pablo II, que llevarán previsiblemente a la capital italiana a centenares de miles de personas y numerosas autoridades.
El Papa es también Obispo de Roma, por lo que hay una especial vinculación histórica entre la ciudad y el responsable de la Iglesia, mientras que el Vaticano es uno de los enclaves más visitados, aunque formalmente sea un Estado independiente.
La agonía que el Papa ha padecido en los últimos días había llevado a las autoridades locales a comenzar a preparar con antelación el dispositivo que regulará los próximos días la vida de la ciudad tanto desde el punto de vista de seguridad como el sanitario y el de la movilidad.
Protección Civil, Ayuntamiento, la prefectura (Gobierno Civil) de Roma, Policía y Bomberos han mantenido contactos para organizar la situación que vivirá la ciudad una vez que se ha confirmado el deceso del Pontífice, que tuvo lugar el sábado a las 21.37 horas (19.37 GMT).
Ya mañana domingo tendrá lugar una misa matinal dentro de los nueve días consecutivos de ceremonias religiosas por el alma de Karol Wojtyla.
Al funeral, que tendrá lugar no antes del jueves próximo en la Basílica de San Pedro, asistirán numerosos jefes de Estado o de Gobierno, lo que supondrá problemas de seguridad y desplazamiento.
De los funerales se ocupará un comité mixto integrado por representantes de la Santa Sede y el Ejecutivo italiano, que designará este domingo a un comisario extraordinario encargado de gestionar todos los aspectos del acontecimiento.
Antes de ese funeral el cuerpo será trasladado y allí permanecerá tres días para que los fieles que lo deseen puedan dar su último adiós al que ha sido jefe de la Iglesia católica durante veintiséis años y medio.
Todos estos actos requerirán un despliegue de seguridad que las autoridades romanas estiman en unos 10.000 agentes.
Otro aspecto es el de la movilidad por la ciudad, ya que Roma es una ciudad complicada desde ese punto de vista, con frecuentes atascos de tráfico y un transporte público poco eficaz.
Las calles en torno al Vaticano se convertirán en una especie de "isla" peatonal para permitir el flujo masivo de visitantes y el Ayuntamiento dispondrá más líneas de autobuses para conectar el centro y la periferia, mientras que el metro prolongará su horario de funcionamiento, según los planes iniciales.
La presencia de fieles será masiva dada la popularidad de Juan Pablo II y muchos de ellos procederán de fuera de Roma o de Italia, por lo que el Ayuntamiento ya ha previsto zonas para la instalación de estructuras en las que puedan pasar la noche.
Una de ellas será el descampado de Tor Vergata, donde en 2000 se celebró la Jornada Mundial de la Juventud con la presencia de más de un millón de personas, muchas de las cuales pernoctaron allí en tiendas de campaña.
En otras zonas de la ciudad, en especial en las cercanías del Vaticano, se montarán hospitales de campaña y servicios médicos de urgencia, así como baños portátiles.
La zona existente en torno al Estadio Olímpico de Roma también podrá acoger vehículos de muchos fieles que se desplacen en autobuses a la capital italiana. EFE
jgb-jpg