Colonia (Alemania), 21 ago (EFE).- La Iglesia católica alemana confió en Dios para la llevar a cabo "la empresa" de celebrar la Jornada Mundial de la Juventud en Colonia con la asistencia del Papa, y se congratula de que el contenido de estos encuentros haya sido de tanta calidad, aunque reconoce fallos en la organización.
En una rueda de prensa celebrada después de que el Papa abandonara Alemania, el cardenal arzobispo de Colonia, Joachim Meissner, comentó que había decidido desde un principio "no hacerse mala sangre, ni siquiera por la seguridad, sino disfrutar", porque algo como la Jornada Mundial "es una empresa de Dios".
Meissner comparó el ambiente que reinó en Colonia durante estos días con el que hubo después del cónclave en que el alemán Joseph Ratzinger que fue elegido Papa y los cardenales de su país festejaron como muchachos.
El prelado encargado de la Jornada Mundial de la Juventud, Heiner Koch, subrayó sobre todo la espiritualidad demostrada por la juventud, más allá de los encuentros de masas.
Durante los cincos días de la Jornada se celebraron 250 catequesis, todas ellas muy concurridas, las misas tempranas y las de medianoche se llenaron de jóvenes "concentrados" y "las carpas de silencio" montadas para la oración particular resultaron un éxito, como también las vigilias y los vía crucis, dijo.
"La Juventud gana terreno en la Iglesia y la Iglesia entre la Juventud", abundó el presidente de la Conferencia Episcopal, Karl Lehmann.
Lehmann opinó que "el Papa ha dado una impresión magnífica" y "mucho de lo que constituyó la imagen negativa de Joseph Ratzinger en los últimos años se ha desvanecido en este viaje".
"Ha asumido su misión con dignidad" y se ha ganado las simpatías con su modesta forma de presentarse, añadió el prelado, quien recalcó que él con frecuencia defendió al Papa cuando era aún cardenal, desmintiendo indirectamente los rumores de desavenencias entre el conservador Ratzinger y el liberal Lehmann.
Ahora, dijo Lehmann, se trata de buscar la manera de sacar impulsos de esta Jornada de la Juventud para el contacto cotidiano con los jóvenes.
Más allá de las jornadas de la Juventud y su "romanticismo", Lehmann señaló que la visita del Papa ha tenido un contenido de otra dimensión; las reunión ecuménica y sobre todo las entrevistas con la comunidad judía y musulmana.
Respecto a la visita de Benedicto XVI a una sinagoga, primera de un pontífice (para más señas alemán) a un templo hebreo en el país del Holocausto, dijo: "nunca habíamos vivido una hora tan emotiva".
Respecto al diálogo ecuménico, dijo que hay que avanzar en él con pies de plomo, pues nada defrauda más a los fieles que cuando se dice que se ha llegado a un acuerdo sobre un tema central y luego resulta que no es así.
El éxito de contenidos de la visita contrasta con los numerosos fallos de organización que hoy hicieron que colapsara de nuevo el tráfico por tren y en parte por carretera en Colonia y alrededores.
Meissner declaró que durante varios días "Colonia había sido un simpático caos", pero el jefe de comunicación de la Jornada, Matthias Kopp, tuvo que abrir la rueda de prensa pidiendo "muchas, muchas, muchas disculpas por las extraordinariamente desagradables" circunstancias que imperaron en el campo donde celebró misa el Papa.
A medianoche de hoy, es decir más de 10 horas después de acabar la misa, la totalidad de los peregrinos aún no habían vuelto a Colonia, según fuentes policiales, pero no hay datos concretos pues la oficina de coordinación de la policía y la oficina de prensa de la misma cerraron a las diez de la noche.
Las disculpas de Kopp iban dirigidas a los periodistas, que ayer esperaron horas a los autobuses y llegaron a Colonia de madrugada y hoy tuvieron muchos de ellos que volver andando durante horas y campo a través porque había fallado el transporte.
En la rueda de prensa un periodista se levantó para denunciar el mal funcionamiento de otras instalaciones y a la salida de la misma se formó un corrillo en torno a algunos voluntarios que contaban en voz baja la falta de coordinación que entorpeció su trabajo.
Muchos se sorprendían de que esto ocurra en un país con la fama de organizado que tiene Alemania, pero una voz socarrona comentó que no era de extrañar ya que, según había reconocido Meissner, las cosas se habían dejado en las manos de Dios. EFE
Dm/ib