El anhelo general para que las cosas de la Patria marchen de mejor manera es inmenso. El análisis de problemas por resolver se hace de continuo y los planes para resolverlos están en varias partes. Pero algo no marcha. Un último aviso lo ha dado alguien por la prensa: nos hemos convertido en mediocres sin darnos cuenta. Otro redescubre la venerables y antigua verdad: sin virtudes la persona humana queda mostrenca. El resultado es el caos social.
Hay que volver a recodar lo de sobra sabido y no realizado: las personas, desde nuestro nacimiento, necesitamos ser formadas en las virtudes. El aprendizaje de las virtudes sobre todo al comienzo depende más del ejemplo, de la palabra persuasiva, del testimonio que del aprendizaje teórico. Es urgente adquirir de niño los buenos hábitos, pues árbol que crece torcido'
Las virtudes se aprenden desde el comienzo, día a día, año a año; de modo que, cuando el niño inicia lo que llamamos los ciclos formales educativos, ya llega a ellos con hábitos virtuosos. Y toda la etapa escolar es momento oportuna para continuar en ello, de manera consciente, como lo más importante. El ejemplo, la palabra persuasiva, la anécdota penetrante; narrar lo hecho por quienes se distinguieron – a veces hasta el heroísmo –por vivir según la virtud. Es obligación de primera magnitud enseñar al que no sabe y distinguir entre lo que es más importante y urgente de lo que, sin dejarlo de lado, no tiene esa primacía.
Ya lo decía Martín Fierro: “Hay hombres que de su ciencia// tienen la cabeza llena// hay sabios de todas menas// mas digo sin ser muy ducho// antes que aprender mucho// hay que aprender cosas buenas”.
Formación del corazón. A la par de las virtudes puede enseñarse todo lo que teóricamente aproveche, lo mismo que la adquisición de técnicas para lo que sea de utilidad práctica y para orientar vocaciones. Pero lo primero y principal – sin perjuicio de lo otro – es la formación que, por así decir, es cosa del corazón, no solo de la cabeza ni de las manos.
Espigando por lo más obvio, véase lo que postula entre otras cosas la Ley Fundamental de Educación de Costa Rica, entre los fines de la educación que involucran a la familia, los maestros, la escuela y al país. Cómo se pone el acento de continuo en la formación:
“La formación de ciudadanos amantes de su Patria'”
“Formar ciudadanos para una democracia en que se concilien los intereses del individuo con los de la comunidad”
Y hace referencia esa ley a formarse en la solidaridad y en la comprensión humanas; en la afirmación de una vida familiar digna, según las tradiciones cristianas, y de los valores cívicos propios de una democracia; en la capacidad productora y en la eficiencia social; en fomentar la formación de buenos hábitos; en desarrollar actitudes de compañerismo y cooperación; en favorecer el desarrollo de una sana convivencia social, el cultivo de la voluntad de bien común, en la formación del ciudadano y la afirmación del sentido democrático de la vida costarricense; en capacitar, de acuerdo con los principios democráticos, para una justa, solidaria y elevada vida familiar y cívica; en fomentar la práctica de las buenas costumbres según las tradiciones cristianas.
Es que la educación – que corre desde la cuna hasta la sepultura, pero al comienzo todo es más importante – radica en suscitar y promover las virtudes en el individuo a partir de él mismo, las que no pueden estar desligadas de sus fines. La finalidad objetiva es la perfección del hombre, y la subjetiva es la felicidad.
De eso se trata como lo primero y principal. Eso es lo que se echa de menos y eso es lo que todo el pueblo quiere que exista. Si así fuésemos formados esta nación sería otra cosa, con menos problemas por resolver y más alegría de ver resueltas tantas cosas y las instituciones y familias en manos de personas virtuosas, que actúan con rectitud. Por ello hay que comenzar bien y pronto de abajo hacia arriba, siendo consecuentes de todo lo que cuesta, pero es necesario.
Bien decía Unamuno: hay sabios intelectuales que al mismo tiempo son unos idiotas morales. Es que se les hizo tarde para adquirir las virtudes.