El 3 de marzo de 1857, el general José Joaquín Mora, comandante del ejército de operaciones en el río San Juan, hallándose en el Fuerte de San Carlos de Nicaragua, escribía una nota de respuesta a Mariano Montealegre Fernández, en San José, quien afirmaba que la guerra emprendida por el Gobierno en contra del filibusterismo era innecesaria e injusta.
Y que la injerencia del financista norteamericano Cornelius Vanderbilt por medio de su subalterno Sylvanus Spencer, era la única razón por la que no se había producido una entrada triunfal de las tropas de Walker por la región de Sarapiquí, cuyo avance nadie podría detener hasta que llegase a San José.
Con letra clara y pulso firme, continuaba escribiendo el general: “Desde hace mucho tiempo he querido responderle. Sólo Dios y usted mismo conocen lo que hay detrás de sus oscuras intenciones. Ciertamente el papel jugado por Spencer fue importante cuando dio inicio la operación militar, pero después fueron los costarricenses quienes a base de valor y táctica eficaz tomaron el control de ambas márgenes del San Juan. También puedo asegurarle que nunca más, muy a su pesar, mercenarios y filibusteros violarán la soberanía nacional”.
Lamentablemente el general Mora se equivocó.
Ciento cincuenta y cinco años después de los gloriosos laurales conquistados por el presidente Juan Rafael Mora al expulsar al filibusterismo del territorio nacional, nuevos mercenarios, inescrupulosos y ávidos de riqueza fácil, toman el control de una carretera destinada precisamente a ser homenaje al más grande gobernante que ha dado Costa Rica, héroe nacional y libertador.
Al más puro estilo filibustero, sin tener el más mínimo sentimiento de respeto ni conciencia, amén de ser muchos de ellos simples testaferros de un conocido político presidenciable, cuya consigna es la de financiar su campaña política con fondos de la carretera fronteriza, estos “constructores” y sus jefes ocultos, han degradado a tal punto la imagen del funcionario público, de la ciencia de la Ingeniería y la Administración de Proyectos, que proyectaron y ejecutaron una obra de enormes proporciones sin planos ni controles formales.
De ser ciertas las enormes anomalías denunciadas por la prensa, no cabe duda que nuestro próximo presidente será un nuevo William Walker tico, dispuesto a vender la patria al mejor postor, por lo que el nombre de la nueva carretera fronteriza tendrá que cambiarse por el de “Walker Road”.