Cuando su hijo mayor tenía un año, Marco Aurelio Var gas lo colocaba en un saco y, junto con su esposa, se iban a pasear todos los domingos en la querida Vespa familiar. Si a la distancia, divisaban un tráfico, el niño ocultaba su cabeza y los tres continuaban disfrutando del viaje .
Hoy, don Marco Aurelio, con más canas y madurez que en aquel tiempo, está consciente de que esa no era la forma más responsable ni segura de llevar al niño. Sin embargo, hay algo que el tiempo no ha logrado cambiar en esta familia y es la afición que sienten por las Vespas.
Mas ellos no son los únicos amantes de este clásico scooter con motor, inventado hace exactamente 60 años en Italia.
Alrededor del planeta abundan las historias de personas que no cambian esta moto por nada del mundo pues, para ellos, son cómodas, seguras y muy económicas (recorren unos 40 kilómetros por litro de gasolina).
Esos precisamente fueron los objetivos de sus creadores en 1946, tras concluir la Segunda Guerra Mundial.
Entonces, la fábrica de motores, hélices y aviones de combate Piaggio, ubicada en Pontedera, Italia, había sido totalmente destruida por los bombardeos y su dueño, Enrico Piaggio, debió buscar una alternativa para reconstruir su negocio.
El primer esfuerzo para salir de aquella crisis fue la fabricación del prototipo MP5, conocido popularmente como Paperino por su parecido con el Pato Donald. No obstante, pronto fue descartado porque presentaba serios problemas mecánicos.
Desesperado, Piaggio encargó al ingeniero aeronáutico Corradino D'Ascanio -considerado una especie de Leonardo da Vinci por su gran talento-, que modificara el MP5 para transformarlo en un scooter que sirviera tanto para hombres como para mujeres (sin barra al frente), que no ensuciara la ropa con aceite, que permitiera llevar una llanta de repuesto, pero, sobre todo, que fuera un medio de transporte muy accesible y barato.
Así fue como nació la primera Vespa (la Vespa 98), construida con un chasis monocascado de acero, cuya forma protegía al conductor de la suciedad y los escombros del camino. Tenía además una suspensión delantera muy similar al tren de aterrizaje de los aviones, su motor se enfríaba con turbina de aire y los cambios de marcha se podían hacer por el giro del puño izquierdo (no en los pedales).
Al ver aquella creación, Piaggio exclamó: " ¡Bello, sembra una vespa! ", que en español significa: "¡Bella! ¡Se parece a una avispa!"; y el nombre hizo historia. Más aún cuando la motoneta cautivó a los productores de cine y llevaron este singular medio de transporte a la pantalla grande en películas como Vacaciones en Roma, protagonizada por Audrey Herburn y Gregory Peck, o Un domingo de agosto, interpretada por Luciano Emmer.
Una completa locura. Tal fue el furor por las Vespas, que en 1949 ya se habían producido 35.000 unidades y en 1956, Piaggio creó la número 1.000.000. Hacia ese año, se abrieron fábricas en distintos países del mundo (Alemania, Bélgica, Gran Bretaña, España, Francia, India, Indonesia y otros).
Actualmente, se calcula que se han vendido cerca de 17 millones de ejemplares (de unos 140 modelos distintos), según apunta la revista española El País.
Pero que no se crea que el camino de la Vespa ha sido llano. Hubo épocas en las que debió enfrentarse a fuertes competidores y exigencias del mercado.
No obstante, los seguidores de las Vespas han logrado rescatarlas de las cenizas para devolverles el glamour que las caracterizó en sus comienzos.
Muchos podrían ser los ejemplos en este sentido, pero un caso especial es el de la Vespa Super Spring 90 producida por Piaggio en 1961. Este scooter , con un motor de 90 centímetros, fue hecho exclusivamente para complacer a los jóvenes italianos que deseaban un vehículo más veloz y que permitiera al conductor recostarse en la valija que une la manivela con el asiento. De esas solo se fabricaron 5.340 unidades. Por eso es que, aún hoy, provocan suspiros entre los coleccionistas.
Para celebrar el sexagésimo aniversario, el grupo Piaggio desarrolló dos nuevos prototipos. La Vespa GT-60 y la Vespa LX-60, ambos con una reinterpretación del diseño clásico de las décadas 50 y 60.
En Costa Rica, los primeros modelos de Vespas los importó el almacén Feoli en 1956, según recuerda Eduardo Coccio Brenes, quien durante muchos años trabajó para esa compañía como ingeniero mecánico y en la actualidad posee un negocio propio de repuestos para tales motos.
"Sigue siendo un scooter muy buscado. Yo calculo que en el país hay cerca de 8.000 Vespas rodantes y muchísimas más de colección. La gente las usa para mensajería, paseos, para ir al trabajo, para todo.", afirmó Coccio.
Y si todavía lo duda, nada más dése una vuelta por la Plaza de la Democracia el próximo 26 de marzo, y -como sucede cada último domingo de mes-, verá a los miembros del Vespa Club listos para salir a disfrutar en moto en compañía de sus familiares.
Probablemente, don Marco Aurelio Vargas con su hijo -ya de 18 años- encabezarán la caravana porque, tal y como ellos lo aseguran, nunca se pierden un buen paseo.