Hollywood Watcher. The New York Times Syndicate.
Josh Hartnett estaba trotando el otro día en el Central Park de Nueva York, cuando una manada de fotógrafos detectó sus huellas.
“Yo estaba muy concentrado en mi carrera, pero vi a todos esos fotógrafos que empezaron a correr tras de mí”, recuerda riendo. “Así que seguí corriendo y empecé a dar vueltas rápidas y a irme por otro lado. Creo que algunos de esos fotografos estuvieron a punto de desmayarse”.
Por fin, un actor encontró la forma de lidiar con los paparazzi .
Pero Hartnett, de 28 años de edad, está a la vanguardia también en otros terrenos, ahora que estelariza la tan esperada The Black Dahlia , que se estrenó en Estados Unidos el 15 de setiembre pero que desde antes había sido objeto de rumores de Oscar.
Basada en la novela de James Ellroy y ambientada en el Los Angeles de 1947, la película gira en torno del brutal asesinato de una aspirante a estrella de Hollywood, un crimen que conmovió al país entero y que nunca se resolvió. La historia se centra en dos policías, Lee Blanchard (Aaron Eckhart) y Bucky Bleichert (Hartnett), quienes investigan la muerte de una actriz de películas poco importantes, Betty Ann Short (Mia Kirshner), quien era conocida como la Dalia Negra.
Dirigida por Brian De Palma, la película está estelarizada también por Hilary Swank y Scarlett Johansson, quien durante la filmación se hizo novia de Hartnett... pero de eso hablaremos más adelante. “Yo interpreto al personaje principal, que trata de averiguar qué le sucedió a la Dalia Negra”, explica Hartnett.
“A lo largo de la historia hay muchas vueltas. Ellroy también tiene muchas cosas políticas que decir sobre algunos elementos de la sociedad: los acaudalados y los desposeídos, quiénes eran importantes y quiénes no. Es una película mucho más negra que L.A. Confidential (1997)”, concluye. “Trata de un asesinato que sigue sin resolverse”.
Hartnett estaba emocionado por trabajar con De Palma, a quien considera un “genio visual”. “Esta película no se parece a ninguna que haya visto”, dice el actor, “y ésa es una de sus ventajas. Pero también estar cerca de De Palma fue pasmoso. Es un tipo divertido y extravagante que se preocupa mucho por su trabajo”.
“Para mí, esta película fue un gran trabajo pues estoy en casi todas las escenas”.
Empeñado en prepararse para este papel protagónico, Hartnett vio tantas películas de los años 40 como pudo meter en su reproductor de DVD. Y siente que ese trabajo tan duro rindió frutos, en parte porque el propio Ellroy recientemente le dio su plena aprobación a la película. “Dijo cosas muy buenas sobre la película”, dice Hartnett, “y para mí eso fue un gran alivio. Él es muy apegado a sus novelas. En ocasiones anteriores, Ellroy ha advertido que, cuando no le guste una película, lo va a anunciar . Así que esperamos con ansiedad su juicio”.
En cuanto a los rumores de Oscar, el joven actor los descarta encogiéndose de hombros. “No sé qué pensar de los premios”, confiesa. “Los premios Oscar son una buena palmadita en la espalda, pero la verdadera meta para mí es seguir trabajando con gente asombrosa y talentosa. Si puedo mantener eso y conservar mi carrera en marcha, entonces seré un genio.”, dice poniéndose serio. “¿Cuántos jóvenes actores hay que puedan apostarle sus sueños a una carrera completa? Ciertamente soy de la minoría”.
La carrera de Hartnett ha sido una mezcla de películas de grandes estudios y de pequeñas independientes, desde la desmesurada Pearl Harbor (2001) hasta la tensa Sin City (2005). Recientemente estelarizó Lucky Number Slevin (2006), una película pequeña en cuyo espléndido elenco están Morgan Freeman y Bruce Willis.
“Siempre estoy tratando de cambiar las cosas para arriba”, dice Hartnett. “Para mi fue un tipo diferente de película. Además estaban Morgan Freeman y Bruce Willis. La oportunidad de trabajar con grandes actores me eleva el juego. Es difícil trabajar en escenas con gente que no sabe lo que está haciendo”, dice. “Siento como que están perdiendo el tiempo. Me gusta que sea yo el que sienta que se debe superar. Incluso fui en mi día libre a ver trabajar a Morgan Freeman”.
Hace unos años, a Hartnett se le ofreció la oportunidad de ser el nuevo Supermán, en una película que se convirtió en Superman Returns (2006). Él la rechazó. “No era lo mío”, explica. “No quise ponerme las mallas. No tiene nada que ver con la vanidad, pues algunas personas se ven bien en mallas, pero yo simplemente no me puedo encasillar, que es lo que pasa cuando uno interpreta papeles de íconos. Yo quiero hacer mis propias reglas, no jugar con las que alguien más haya estado jugando”.
E insiste en que tampoco trabaja por un cheque lleno de ceros.
“Nunca me verán haciendo películas sólo por el dinero”, advierte Hartnett tajantemente. “Estoy para hacer un trabajo del que me enorgullezca, y quiero que la gente se enorgullezca de mí. Quiero llegar a la meta y sentir que no comprometí mi integridad. Soy de los que sueñan con trabajar con Jeff Bridges, Paul Newman, Dustin Hoffman, De Niro, Daniel Day-Lewis y Anthony Hopkins”.
Hartnett no finge su humildad. Él creció en Minnesota, donde era uno más de los niños que iban a la escuela desafiando los inviernos brutales. Entusiasta del cine, él siempre quiso actuar y se emocionó al hacer su debut en televisión en la serie Cracker (1997). Eso lo llevó a papeles de la pantalla grande en Halloween H20 (1998), The Virgin Suicides (1999), Pearl Harbor , O (2001), 40 Days and 40 Nights (2002) y Sin City , así como el papel titular de The Prince of Cool , la biografía del trompetista Chet Baker realizada por Bruce Beresford.
Vivir parte del año en Minnesota le ayuda a Hartnett a mantenerse aterrizado. Ahí no sale con su séquito, sino que trabaja en su prado y holgazanea por su casa.
“Me encanta vivir tanto en Minnesota como en Nueva York”, dice. “En Nueva York hay mucho arte y música, salgo con mis amigos y hago lo que hacen los veinteañeros. Trato de relajarme un poco. Pero también Minnesota es excelente”, agrega. “Ahí nadie me molesta. Si estoy muy ocupado en la filmación, tengo que llamar a mi hermano y pedirle que palee la acera y las entradas de mi casa”.
¿Qué hay de esos rumores de su relación con Scarlett Johansson? Hartnett no dice nada.
“Trato de no hablar de cosas personales”, dice con tono de disculpa. “Si empezara a hablar de mi vida personal, la abriría a un escrutinio que no quiero. De hecho, después de que hice la película Pearl Harbor me regresé a Minnesota durante dos años para evitar a los paparazz i. Creo que eso lo dice todo. No quiero ese tipo de cosas en mi vida. Trato de evitarlas a toda costa”.
El actor cumplirá 30 años dentro de un par de años, pero no muestra urgencia por su carrera o su vida. No está siguiendo ningún plan quinquenal y no le hace falta. “He oído que los 30 son los nuevos 20”, dice. “Quiero bobear por ahí un poco más. Quiero asegurarme de estar listo para asentarme, para no ponerme en una situación que no debería”.
“Para mí, lo más importante es que tengo familiares y amigos que nunca me decepcionarán”, continúa Hartnett. “Jamás. Tengo una familia muy cercana. Y cuando llego a casa, no dicen que ya llegó la estrella de cine. Más bien me saludan como siempre y me piden que saque la basura”.