El lunático (Man on the Moon): Dirección: Milos Forman. Guión: Scott Alexander, Larry Karaszewski. Fotografía: Anansta Michos. Música: REM. Con Jim Carrey, Danny De Vito, Courtney Love, Paul Giamatti. Estadounidense, 2000. Estreno.
Andy Kaufman fue un comediante excéntrico, surreal, que atrajo a fanáticos y enemigos. En realidad, los fanáticos se volvían enemigos y después retornaban a su lado.
Nadie, ni el mejor advertido, pudo decir cuándo lo suyo era ficción o cuándo iba en serio. Pocos creyeron, incluso, la noticia de su cáncer pulmonar que lo llevaría a la muerte a los 34 años.
Centro de interés de los años 80, gracias a los programas de tevé Saturday Night Live y Taxi (aquí interpretaba a un mecánico nacido en Lituania), Kaufman ya se había revelado como estrella ante el agente George Shapiro, luego de una corta y discutida trayectoria en varios nights de Los Ángeles.
El director checo Milos Forman, cuyo gusto por los transgresores no es nuevo (basta recordar Amadeus y Larry Flint), no pretendió con El lunático ilustrar los altibajos de la carrera de Kaufman, sino algo más difícil.
Forman contradice, desde la película misma, una regla básica de lo cómico. Aquella que afirma: "Decidles lo que haréis. Hacedlo. Y decidles que lo habéis hecho". De acuerdo con dicha regla, el chiste necesita un aviso antes de eclosionar y, a su término, un refuerzo. Así, la carcajada será el efecto de un pre-cultivo y un subrayado. ¡El cielo nos libre del no calentamiento y la no confirmación!
Pues Kaufman, precisamente, quiso destruir la ley de la comedia, acometiendo el humor en frío y el gag sin prolongaciones; y Forman lo reencarna y hace que la cinta tenga forma kaufmaniana.
A lo largo de la anécdota, guionizada por los mismos autores de Ed Wood, asistimos a una primera parte de notable diversión (¡no se pierda las tomas iniciales!), un intervalo dramático y un final reconciliatorio.
Pero lo que torna grande a El lunático es la actuación de Jim Carrey, su fuerza de provocación y sensibilidad histriónica. Insoportable para quienes lo fijaron en sus papeles de Ace Ventura o de La máscara, Carrey exhibe ahora una dúctil comprensión de su personaje y no deja de ser el hombre sorpresa de un relato que atornilla la tensión mental y la deshace dentro de una burbuja de risa.
Claro, hay que agradecer a Forman el mérito de su planteo. Porque la película toda es riesgo, y esto solo dignifica ya el hecho de haberla filmado.