“Yo soy josefino de los barrios del sur, de barrio Cuba. Ahí viví 23 años hasta que me casé, en el 91. Estudié en el (liceo) Dobles Segreda y luego en el colegio técnico de Calle Blancos, donde conocí a mi esposa (Nayubel Ramírez). Fuimos novios seis años y nos casamos. Cuando empecé a jugar me pagaban ¢15.000 y la mensualidad del préstamo de la casa era de ¢14.000. Mi mamá y mi suegra nos metieron mucho el hombro en esos primeros años. El 25 de mayo, cumpliremos 22 años de casados. Ella es lo mejor que me ha pasado, es mi bastión junto con mis hijos (Ariel, de 21 años; Nicole, de 19, y Adrián, de 12). –¿Estoy hablando con un colega?
– Me faltan como tres cuatrimestres. Empecé en la (universidad) Central y luego en la UIA pero no he tenido tiempo de terminar.
– ¿Qué hace cuando no piensa en futbol?
– Comparto con mi familia y, desde hace unos cinco años, tengo una empresita de refrigeración.
– Pero ser entrenador, ¿da para vivir o no?
– Sí. Gano mucho mejor que cuando jugaba y eso que otros compañeros ganaban más.
– El primer año fue de gratis. ¿Todavía funciona así?
– Creo que sí, hay diferentes etapas y categorías: “A”, “B” y “C”.
– A nivel global, es perverso que una industria millonaria use buscatalentos en las barriadas pobres.
– Sí, pero lo veo también fuera del deporte y a veces es costo de oportunidad. Siempre hay oportunidades, la diferencia está en quién las aprovecha y quién las deja ir. Ahora, también desde hace mucho, entendí que el dinero es importante pero no hay que desvivirse por lo material. Valen mucho más estar en una institución, ser campeón, el cariño de la gente y otras cosas no materiales.
– ¿Qué oportunidad dejó ir?
– Creo que ninguna, he aprendido más de las cosas negativas que las positivas. Quizá lamenté no haber ido a un mundial pero ahora el sueño cambió.
– ¿Sueña ahora con llevar la ‘Sele’ al Mundial?
– A alguna selección.
– ¿Cómo empezó a jugar?
– En la calle. Fui a hacer pruebas a los mosquitos del Saprissa pero fui solo tres días, porque al cuarto ya no tenía los pasajes para ir a Tibás. Después estuve entrenando con barrio México, en La Sabana. A los 18 años, llegué a tercera división con barrio Cuba y ya casi había perdido la esperanza del sueño que tenemos todos los ticos.
– ¿De jugar o de entrenar?
– Uno empieza con el de ser futbolista; lo de entrenador viene después por las vivencias y las personas que lo han marcado.
– ¿Quién lo ha marcado?
– Primero, mi madre, porque éramos cinco hermanos y nos sacó adelante hasta con tres trabajos. Llegaba en la noche a cocinar y a lavar. Una mujer muy emprendedora que nos trató de dar lo mejor. Yo soy lo que soy por el ejemplo que ella nos dio.
– ¿Le hizo falta la figura paterna?
– Sí, pero no resiento porque mi papá estuvo ahí y, después de que murió mi hermano, mis papás volvieron.
– ¿Cómo pasó a la Liga Deportiva Alajuelense (LDA)?
– El entrenador de barrio Cuba era Mario Carmona, quien estaba en la Dirección de Deportes y ahí conoció a don Jorge León, quien entrenaba a las promesas. Le pidió que nos probara a tres. Eran ciento y pico y al final quedamos dos. Yo siempre había sido delantero.
– Pero hizo su carrera como defensor.
– Sí, porque don Jorge me tuvo mucha paciencia para irme reubicando hasta que llegué a defensa central. Él es otra persona que me ha marcado.
– ¿No era frustrante teniendo vocación de delantero?
– No. Disfruté la época con Badú (Valdeir Vieira) porque nos daba libertad de movimiento y a veces Mauricio Montero centraba y yo cabeceaba. Metí 39 goles.
– Se le atribuye a John Gregory la frase: “Los delanteros ganan partidos, los defensores ganan campeonatos”.– Se trata de buscar el balance, pero un Messi gana campeonatos y un gran defensa como Franco Baressi también.
– Su estilo es no privilegiar delanteros y permitir que defensas y volantes también anoten.
– Yo les doy una guía pero la creatividad es de ellos y deben tomar decisiones. Yo no veo al jugador como un número, sino como una persona y, a mayor preparación, mejor profesional será. En los clubes donde he estado ha habido logros deportivos, pero lo mejor es cuando hay cambio en sus vidas.
– ¿Cómo trabaja eso?
– Con visión integral, por ejemplo, inculcándoles la lectura y que ellos preparen charlas. Las han hecho sobre Cartago, Gandhi, la Madre Teresa y, esta semana, sobre Obama. Supimos cómo pasó en la calle la noche antes de entrar a Harvard y eso lo pasamos al futbol: cómo alguien tan influyente pasó dificultades y las venció.
– ¿Qué lecturas les recomienda?
– Leemos por capítulos y hacemos comprensión de lectura para ver cómo aplicarlo. Ya terminamos ‘La vaca’, de Camilo Cruz y ‘Las 17 cualidades esenciales de un jugador de equipo’, de J.C. Maxwell .
– ¿Influencia de Badú?
– Sí, me inspiraron él y Germán Retana, y lo he practicado en todos los equipos. Hace unos días me escribió un jugador del Municipal (de Guatemala) pidiéndome sugerencias de lecturas porque le había quedado el hábito. Eso me alegra mucho. Les repito dos principios del coach Emilio López, de Guatemala: el buen nombre no es negociable y la gente se motiva e inspira con tu historia y las de otros.
– Hay queja porque se ha perdido el respeto de estudiante a profesor y de subalterno a jefe. ¿Ocurre lo mismo en el futbol?– Lo primero es que el respeto no se exige, se gana con respeto. Si yo le digo a un jugador que no es bueno trasnochar, tomar o ser infiel, pero él me ve haciéndolo, con qué cara le voy a decir algo más. Hay que predicar con el ejemplo.–¿Le tiembla la mano para despedir?– Me cuesta mucho, porque no puedo separar el corazón; pero he ido aprendiendo a golpes.
– ¿Cómo ha reaccionado frente a las divisiones en el camerino?
– Cortar por lo sano, hablar directamente.
– ¿Han sido Froylán Ledezma y Randall Brenes piedras en su botín de entrenador?
– A Froylán, mucha gente lo juzga a priori . Para mí, ese muchacho ha sido el mejor jugador que he tenido y podía haber llegado más allá del Ajax. Y es falso que Randall divida el camerino. Es una gran persona, un gran profesional y es un símbolo dentro de Cartaginés. Ahora, lo único que afecta mis decisiones para formar equipo es el rendimiento.
– Sin embargo, ha banqueado a dos considerados de gran rendimiento, como Eduardo Valverde y Paolo Jiménez.
– Todo jugador puede tener bajonazos de rendimiento. Salvo Sirias, Chang y Johnson, a todos los demás les ha tocado estar en la banca.
– Cuando Cartago perdió el invicto, usted dijo: “El primer responsable soy yo”. No es una frase común en un entrenador.– El entrenador es responsable siempre, pero hay gente que, cuando las cosas salen bien, dicen “yo”, y cuando salen mal, usan el “nosotros”.
– ¿Por qué en 1997 la Liga no le renovó el contrato?
– Porque don Mario Chacón pensó que yo estaba resentido porque habían quitado a Badú y, cuando se me venció el contrato, su ofrecimiento era para decir que no; así que di las gracias y acepté la oferta del Municipal.
– Luego resgresó al Santa Bárbara y, de nuevo, a la LDA. A la distancia, ¿fue un error aceptar entrenar a un equipo grande cuando se retiró en el 2003, con 35 años?
– Planifiqué mi retiro un año antes. Luego me mandaron a una pasantía al Real Madrid y tres meses al Barcelona, y me pusieron de director de ligas menores y de franquicias. También era comentarista en Repretel. Me lo ofrecieron y primero dije que no porque quería prepararme, pero Ricardo Chacón me dijo que quizá para cuando yo me sintiera preparado, la oportunidad ya no estaría y entonces acepté y pedí a Mauricio (Montero) como asistente. Seguí preparándome y ahora tengo mi licencia A, con experiencia.
– ¿Ser joven lo puso en situación vulnerable con los jugadores, otros entrenadores y la prensa? ¿Siente que recibió más presión que los experimentados?– Hernán (Medford) y yo fuimos de los primeros, y sí, al principio fueron muy exigentes con nosotros dos, pero está bien.
– Una vez dijo: “Hay periodistas bien y mal intencionados. Hay quienes anteponen el interés comercial a la objetividad, y eso es muy peligroso”. ¿Qué relación debe haber con la prensa?– Mucho respeto.– ¿En qué se diferencia el periodismo costarricense del guatemalteco?– Aquí es más personal. Allá casi todo es por teléfono.
– ¿Entrenar en Guatemala se considera un ascenso?
– Sí y aprendí mucho en carácter, en logros. Allá, ganar de visita es casi imposible.
– En setiembre del 2012, cuando lo despidieron del Municipal (tras el campeonato del 2011 y el subcampeonato del 2012), ¿sabía que sería la consecuencia tras perder 3-0 contra el Monterrey o lo tomó por sorpresa?
– Lo veía venir porque un sector de la barra tiene mucha influencia y los últimos cuatro partidos en casa me insultaban porque la persona encargada del programa de radio estaba acostumbrada a que le dieran alineaciones; él sugería poner jugadores y yo nunca lo permití. Le dije: ‘Yo nunca le voy a decirle a usted nada que no tenga que saber y no concibo que un jugador se dé cuenta de que va a jugar por un programa de radio’ ”.
– Y ya ve lo que pasó con el Municipal.
– Sí, está último lugar. Hace poco, vino el presidente del Municipal y nos tomamos un café.
– ¿Usted le dijo: “Se los dije”?
– No. Soy muy respetuoso
.– ¿Pensó que después del Municipal terminaba su carrera?
– No. Por un lado, yo iba a renunciar, pero el presidente me dijo que no era conveniente, y por otro, en una visita a Cartago, Claudio Ciccia ya me había hablado.
– ¿Se ha visto cara a cara con la mafia deportiva?
– No, gracias a Dios no, ningún tipo de ofrecimiento ni presión.
– Una crítica recurrente es que a Javier Delgado lo despidieron de la Liga, de Heredia y del Municipal por ser mal entrenador.
– No. A veces los ciclos terminan. A todos los entrenadores los echan sin terminar contrato.
– ¿Cómo responde a la idea de que es tan mal entrenador que lo han despedido?
– Ahí están los números, y para mí lo más importante es la opinión de los jugadores.
– ¿Cuáles números?
– Campeón de Concacaf, campeón de Liga, campeón de Uncaf con LDA, subcampeón con Herediano. Con Puntarenas, no pude terminar el ciclo por diferencias con don Adrián (Castro); con Ramonense tomé el equipo a 5 puntos del último lugar y descendimos por goles, y campeón y subcampeón con Municipal.
– ¿Entonces por qué lo despidieron? ¿Cómo se explica despedir sin que termine el plazo al que da resultados?
– Para mí, yo tenía que seguir en Alajuela y en Heredia. Se hubiera consolidado el proceso. Los equipos grandes quieren ser campeones pero si no se logra, vienen consecuencias. – ¿Dónde está el plan estratégico del futbol nacional si despiden entrenadores por no ganar un campeonato?
– El futbol nacional es resultadista.
– Entonces ¿el futbol tico es de “coyol partido, coyol comido”?
– En la mayoría de casos, sí. Por eso estoy muy contento de llevar este proceso en Cartaginés, porque se puede estar todavía mejor pero con el tiempo.
– Con Cartago, ¿se está jugando ‘El Sheriff’ su reputación?
– El futbol de Costa Rica no es de procesos, es de momentos.
– En 73 años, los cartagineses le han rezado a ‘La Negrita’ y no les ha hecho caso. ¿Le reza usted?
– Uno puede rezar lo que quiera, pero si tiene los brazos cruzados se puede quedar esperando. Hay que trabajar.
– Entonces sí ha rezado para ganar partidos.
– Sí, claro. He doblado rodillas pidiéndole a Dios que si esta bendición de darnos el campeonato es para bien de todos y de Cartago, que nos lo dé; porque no se trata de ganar por ganar, tiene que haber un propósito para el bien de la provincia en cambiar esta historia.
– En Cartago, se dice que cuando el último sobreviviente de la maldición muriera, Cartago volverá a ser campeón.
– Me parece inhumano esperar a que se pierda una vida para tener un logro deportivo. Las cosas suceden cuando tienen que suceder.
– ¿Se acabó la maldición?
– No creo ni en maldiciones ni en muñecos.
– Entrenó a Heredia, Puntarenas, Santa Bárbara, Ramonense y Cartago siendo exliguista, y al Municipal siendo tico. ¿Se ha sentido y lo han tratado de ‘outsider’?
– A mí me identifican con la Liga, pero quiero explicar que mi familia es “javiercista”: fuimos liguistas, heredianos, puntarenenses, ramonenses, barbareños, municipales y ahora cartagineses. Soy un entrenador profesional. – Pero ha tenido problemas con las aficiones. ¿En qué ha fallado Javier Delgado para comunicarse con la afición?
– Es que no soy de andar “vendiéndome” en las graderías, saludando a todo el mundo. Soy accesible y respetuoso, pero me concentro en mi trabajo. Quizá eso resienta. – Tiene una personalidad distante
.– Tal vez. Cuando la gente no me conoce, el primer calificativo es que soy agrandado, muy serio y enojón.– ¿Es agrandado, serio y enojón?– Serio sí, e introvertido. – En el último partido contra LDA, lo vimos pegar gritos. Quien lo ve, tan calladito. ¿Es así siempre?
– No, pero las circunstancias lo ameritaban. Soy muy exigente conmigo mismo y con los demás. La primera vez hablo y si sigue'– ¿En su casa grita igual?– No. Muy pocas veces pierdo la paz, pero cuando lo hago, sí es explosivo. – ¿Es ‘coach’ en su casa?
– Sí. Mis hijos me han conocido así y saben que les pido cosas por su bien. He querido ser un ejemplo para ellos.– Encontré algunas sonrisas, pero ni una solo foto suya riendo.– Pero viera que yo molesto mucho y soy de bromas.
– Hace poco oímos los gritos de otro entrenador en un camerino. Si fueran en una oficina, podrían ser acusados por abuso de autoridad.
– Mire, en futbol la gente se va a los extremos porque critica al que levanta la voz, pero si el entrenador se queda tranquilo dicen que está “como muerto”. Yo lo que hago es soltar y jalar el mecate y normalmente lo hago con cariño y reconociendo cuando me he equivocado.
– El muchacho de barrio Cuba triunfó. ¿Qué hacer para que otros chicos de barriadas triunfen?
– Agregarle valor a sus vidas, dándoles comprensión, fortaleza, esperanza y oportunidades de trabajo y de estudio. Hay mucho resentimiento social entre los jóvenes por falta de oportunidades y de comprensión.