Washington, 30 dic (EFE).- Cientos de iraquíes que residen en diferentes ciudades de Estados Unidos celebraron desde anoche la ejecución ex presidente Sadam Husein, ahorcado en Bagdad después de un juicio por crímenes contra la humanidad.
Grupos de iraquíes, en un gesto tradicional de regocijo, arrojaron caramelos al aire y danzaron en las proximidades de mezquitas en Nueva York, Boston, Los Ángeles, Detroit y en Dearborn (Michigan).
La televisión mostró a jóvenes, algunos de los cuales se identificaron como hijos de iraquíes perseguidos o asesinados por el régimen de Sadam Husein, en las celebraciones callejeras desde que se conoció que Irak había llevado a cabo la ejecución.
"¡Se acabó, se acabó, se acabó Sadam!", corearon cientos de iraquíes cerca del Centro Islámico Karbalaa de Educación en Warren, Michigan.
"No puedo creerlo", dijo Walid al Biraihy, de 20 años, al diario Detroit News. "Me parece un sueño".
Como muchos en la multitud, Al Biraihy perdió a familiares a manos del régimen de Sadam, en su caso dos tíos.
Muhanad Hassan, de 24 años y domiciliado en Dearborn, dijo que el régimen de Sadam Husein mató a su tío en 1991 y la ejecución "es la venganza por la muerte de tantos iraquíes inocentes".
En Dearborn, corazón de la numerosa comunidad árabe estadounidense de Detroit, los iraquíes comenzaron a congregarse desde las oraciones del viernes en torno a las mezquitas, a la espera de noticias desde Bagdad.
El diario indicó que en toda esa comunidad hay cientos de iraquíes, musulmanes y cristianos, con historias de abusos, torturas y asesinatos de seres queridos perpetrados por el gobierno de Husein.
"Se ha hecho justicia", dijo Jacoub Mansur, un médico nacido en Irak. "Sadam se lo merecía porque gobernó con puño de hierro y mató a tanta gente", agregó.
Por su parte, el diario The Los Angeles Times, al cual en la costa oeste la noticia le llegó a tiempo para la inclusión de un editorial, sostuvo que "en otro tiempo la muerte de Sadam Husein hubiese sido un acontecimiento crucial para Irak, el Oriente Medio y el mundo".
"Ahora uno puede dudar de si importa siquiera en Bagdad", añadió el artículo. "Nadie espera que la ejecución cambie mucho las cosas en Irak".
Ralph Ayar, de 55 años y residente en Michigan, recordó el ahorcamiento de su propio padre en 1963 en la plaza de Tel Keif, ejecutado por miembros del Partido Baath de Sadam Husein.
Ayar dijo que espera que la muerte de Husein traerá nuevas esperanzas a su país y añadió que "a largo plazo esto ayudará, las cosas se asentarán".
En Dearborn, la multitud jubilosa coreó: "Ahora estamos en paz, Sadam está muerto". EFE
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