Cuando hablamos de prevención, estamos mencionando una de las acciones más importantes en salud: evitar enfermedades.
Algunos grupos consideran que una enfermedad es importante solo si provoca un impacto significativo en los costos que tiene en la atención médica, y que por lo tanto solo se justifica actuar en prevención por razón del costo/beneficio, sin considerar el factor humano de la enfermedad, la angustia del paciente cuando tiene que internarse, la angustia de sus familiares, especialmente de los padres cuando se trata de niños, y el riesgo de quedar con una secuela severa o de fallecer. Protestar. Cuando se acude a una consulta o se hospitaliza a un paciente, especialmente a un niño por una enfermedad que pudo haberse evitado con la aplicación de una vacuna, la sociedad entera debería protestar, y exigirle a las autoridades del sector salud que se tomen las medidas adecuadas para invertir en prevención.
Por eso resulta ridículo, antitético y totalmente inaceptable que algunos grupos, con el argumento del costo, pretendan que el país deje de invertir en la prevención de enfermedades para las que existen vacunas seguras y eficaces.
De las vacunas recientes, existen tres ejemplos muy claros de compras que no deben ni siquiera cuestionarse: rotavirus, neumococo e influenza (que incluye el virus A H1N1).
Con rotavirus existen estudios suficientes, realizados a nivel nacional, que indican que en algunos meses, hasta el 63% de las diarreas son provocadas por rotavirus, con más de 8200 consultas anuales (2006) por diarrea solo en el Hospital de Niños y 1500 hospitalizaciones. Con la vacuna se pueden prevenir más del 90% de las infecciones severas, evitándose así consultas, hospitalizaciones, complicaciones y angustia de los familiares y de los pacientes. Para los que atendemos pacientes todos los días, el prevenir esos casos no tiene precio. Para los que analizan cifras sentados en un escritorio, son solo números. El mismo lenguaje. La prevención de las infecciones por neumococo con las vacunas existentes ha sido realmente importante, tales como meningitis, con las secuelas severas que puede dejar, bronconeumonias, septicemias y otras infecciones, evitándose así la muerte de muchos niños. Pareciera que para algunos profesionales esto no es importante, a menos que “sea mas barato que los costos de atención médica”.
Con la vacuna para la influenza, solamente con recordar a los más de 50 fallecidos en la pasada epidemia se justificaría la inversión. Quienes se han opuesta a esta vacuna, deberían explicarles a los familiares de estos pacientes que fallecieron su teoría sobre el costo beneficio de la vacuna. En fin, existen burócratas y médicos, y no siempre hablamos el mismo lenguaje.
La Sala Constitucional ha sido muy clara en cuanto al derecho a la salud de los costarricenses. Espero que, si algunos grupos insisten en eliminar estas vacunas del cuadro básico, la Sala sea igual de clara en cuanto al derecho que tenemos de prevenir las enfermedades.