Karzai, sonriendo, y luciendo una tradicional túnica verde y un sombrero negro de piel de cordero, recibió una ovación de pie al llegar a la ceremonia de juramentación. Entre los 600 invitados estaba el vicepresidente de Estados Unidos, Dick Cheney, el funcionario norteamericano de mayor rango en visitar Afganistán desde la caída del régimen de la milicia religiosa talibán en el 2001. Unos 150 dignatarios extranjeros asistieron a la ceremonia.
Luego de hacerse oír el himno nacional afgano en la sala restaurada del ex palacio real, dañado por años de guerra civil, Karzai repitió el juramento de lealtad que le leyó el presidente de la Corte Suprema, Fazl Hadi Shinwari.
Karzai juramentó luego a sus dos vicepresidentes, Ahmad Zia Massood y Karim Khalili, miembros de las dos más grandes minorías étnicas de Afganistán.
En su discurso inaugural, Karzai dijo que las esperanzas del pueblo afgano serán su principal impulso durante los cinco años de mandato. Reiteró sus principales promesas: la represión contra el narcotráfico en un país que cuenta con un floreciente comercio de opio, desarmar a las milicias y elevar los estándares de vida.
Hemos dejado atrás un difícil y sombrío pasado y hoy estamos abriendo un nuevo capítulo de nuestra historia en un espíritu de amistad con la comunidad internacional, indicó Karzai hablando en pashto y en dari, las dos principales lenguas de Afganistán.
Indicó que la lucha contra el terrorismo no ha concluido aún, y pidió cooperación y ayuda extranjera para derrotar los crecientes vínculos entre extremistas y el contrabando de estupefacientes.