Son muchas las comunidades de Costa Rica que se han visto beneficiadas material, cultural y socialmente con el esfuerzo y las gestiones que ha llevado a cabo en su larga trayectoria como funcionario público don Gonzalo Gómez Cordero.
A los trabajos y aspiraciones de este ejemplar ciudadano alajuelense se debe la construcción de más de cien aulas escolares, setenta y cinco acueductos rurales, quince puentes, diez ermitas, así como el mejoramiento de muchos kilómetros de caminos vecinales. Fue posible lograr estas admirables realizaciones, en gran medida, por el interés de don Gonzalo en servir a sus semejantesencauzando correctamente los recursos del Estado, y por su extraordinaria capacidad para unificar voluntades y ponerlas todas al servicio de un ideal común.
En esta conjunción de positivas actitudes se halla el milagro que ha favorecido a los conglomerados rurales costarricenses, y que constituye un ejemplo extraordinario para todos cuantos anhelan un mejor porvenir para Costa Rica.
"El estilo que imparte don Gonzalo a su trabajo es familiar, directo, franco, sencillo. Sabe poner a trabajar a la gente por el desarrollo de sus pueblos", dice el licenciado Néstor Mourelos (quien ha observado por muchos años el desempeño del señor Gómez).
Añade: "Prefiere lograr el trabajo voluntario de los hombres, para el beneficio del desarrollo económico, social y cultural de las comunidades. Es un infatigable servidor voluntario que trabaja gratis, llamando sin cesar a quienes pueden ser útiles en la obra que se lleva a cabo. Recorre las diversas comunidades despertando a los dormidos y avivando a los despiertos, en una faena encomiable y sin desmayo para templar voluntades al servicio del prójimo".
Don Gonzalo nació en el cantón alajuelense de Grecia, donde llevó a cabo sus estudios en la Primera Escuela Complementaria del país y se graduó en 1926. Adquirió profundos conocimientos acerca de la realidad social de nuestro país "haciendo finca" en la región de Toro Amarillo. Trajo a la capital todo el bagaje de su experiencia agrícola y su intensa sensibilidad social, cuando fue elegidodiputado a la Asamblea Legislativaen los comicios de 1970.
Posteriormente, por su relación con los pueblos, su conocimiento de las necesidades campesinas, su integridad moral y su incansable energía, varios de los hombres que han ejercido la Primera Magistratura en el país, lo han tenido como su asesor para llevar adelante los programas de progreso comunal.
El espíritu de servicio de este admirable ciudadano -que alcanza hoy la edad de 87 años- está patente también en relación con sus compañeros, ya que actualmente dedica gran parte de su tiempo a las labores inherentes al cargo de Secretario de Asuntos Sociales de la Asociación de Exparlamentarios.