Las relaciones internacionales, la biología marina y el diseño gráfico no fueron capaces de enamorar a Giovanni lo suficiente como para retenerlo en sus aulas. Tampoco lo lograron las artes dramáticas, sin embargo, él quedó prendado de los escenarios y ahí ha hecho su vida.
Con su humor “cómico-pensante” lo hemos conocido en espacios televisivos como El Bombazo , Paparazzi , los Chinaokes y la cámara escondida, en donde su “malicia indígena” brilla.
Pero lejos de la tele, también ha cultivado la actuación en el teatro, con algunos roles más serios.
Una mañana soleada de sábado lo encontramos en unos jeans rotos, una t-shirt , sandalias y gorra y nos propusimos desentrañar a la persona que habita en la piel de otros personajes, o viceversa.
Con su voz potente, amaestrada en los gajes del teatro, Giovanni resumió su ser en palabras. Allí, en su oficina, encontramos que es un tipo al que le encanta el vacilón, al lado de la reflexión y no duda en reírse de sí mismo.
Actor innato. De joven el teatro siempre le llamó la atención, pero “mi familia quería que estudiara otra cosa que dejara plata”, comenta. Fue una novia quien lo matriculó en clases con Lucho Barahona y seis meses después, actuó por primera vez en la obra El Chispero .
Con el teatro se convirtió en actor empírico. Paralelamente estudió diferentes carreras, incluidas las artes dramáticas, pero nunca las finalizó porque prefería estar activo en la actuación y no faltaron oportunidades.
Así, hizo currículum en obras como Encuentros pecaminosos , en donde interpretó a cinco personajes, La vida es sueño , junto a la Compañía Nacional de Teatro, Full Monty obra muy taquillera que estuvo en cartelera unos tres años, y Un viejo con alas con la que el grupo de teatro Puntocero ganó un premio como mejor grupo.
Por allí apareció también la tele. Inició colaborando con Marcia Saborío y María Torres en el programa Caras vemos , pero fue hasta que surgió Aula 6 , en Repretel que pudo participar más permanentemente en la televisión. En Aula 6 estuvo diez meses y luego acompañó a la “Tía” dos años en A Todo Dar .
Después de Repretel, comenzó a colaborar con los Chinaokes y cuando Mauricio Astorga llegó a Canal 7 iniciaron proyectos juntos en forma permanente, propiamente en En Vivo , aunque también participa en El Chinamo y 7 Estrellas con Paparazzi (él no es paparazzi , pero hace el guión y la locución).
Con esos espacios se unió al bando del humor, cosa que disfruta enormemente.
“Realmente, como a mí me gusta el vacilón, lo disfruto. Por el momento, sí estoy encasillado en eso, y me gusta sacarle provecho. Creo que si la gente ve en mí a alguien que los puede hacer reír, pues no hay problema; a mí me encanta. Cuando hago drama, luego de tres o cuatro meses haciendo drama, me hace falta la comedia, me hace falta hacer reír, hacer alguna tontera y que la gente reaccione con una risa”, comenta Giovanni.
Incluso recientemente consolidó, junto con unos colegas, el grupo “Los atómicos”, que tiene en cartelera El chou de los atómicos .
Con ellos planea montar obras a su estilo, tanto comedia como drama.
“Lo que queremos es un grupo que presente varias alternativas a nivel teatral, para toda la familia, a nivel cómico-pensante.
Nos gusta llamarnos “los superhéroes del humor”, lo cual no descarta que hagamos otras cosas”, explica.
La vida es sueño.
Estar activo en el medio teatral le ha costado bastante trabajo y muchas carreras, pero a cambio le ha dado un gran aprendizaje, el despertar de muchas inquietudes y otras tantas satisfacciones.
“Estoy muy orgulloso de ser actor. Hay muchas cosas más que quiero hacer, pero me siento muy bien. Obviamente no se vuelve uno millonario, por lo menos aquí, pero da otro tipo de satisfacciones bien bonitas, como cuando llega una persona y te dice: “Yo estaba estresadísimo y me hicieron pasar dos horas lindísimas”; o “‘Mirá, ayer vi ese programa tuyo. ¡Qué rico que le dieron duro a ese!’. Eso llena mucho”, explica.
Y no hay que dejar por fuera las anécdotas, que son el propio material para construir el humor.
“A mi me pasan chascos a cada rato. ¡Yo soy más tortero! Como cuando andábamos con una cámara escondida en la que le preguntábamos a la gente “ ¿Usted sabe adónde queda el Zurquí?”, y cuando empezaban a contestarnos salía un bicho de la cajuela, pegando gritos, en calzoncillo, encapuchado, encadenado. Andábamos por todo Heredia haciendo eso. En eso empezamos a ver que pasaban patrullas y patrullas y patrullas y nosotros nos preguntábamos ¿qué estaría pasando? Íbamos para San Isidro y pasaban y pasaban las patrullas. Nos devolvíamos de San Isidro y pasaban más y más. Cuando llegamos a San Josecito de Heredia, nos rodearon, todo el mundo con pistola afuera y nos tenían a todos encañonados. Había que explicar qué era el asunto y no nos creían. Al final don Ignacio llamó al director del OIJ para que nos creyeran”, cuenta.
Si se le pregunta por sus anhelos, lo piensa con cuidado, pero finalmente menciona muchos. Un programa de televisión propio (junto con Mauricio Astorga, Los atómicos y otros colegas), hacer radio, tener un teatro, incursionar en el cine..., o tal vez hacer televisión menos humorística, más deportiva o periodística. Sea como sea, piensa en la televisión como algo que va a acabar en algún momento y se esmera por aprovecharlo lo mejor posible.
Sabe que dentro de unos 15 años sus hijos Valeria y Sebastián ya van a estar grandes y serán casi independientes, así que Giovanni espera trabajar con una ONG e irse del país a ayudar a gente en India, África, o donde lo necesiten. “Ya voy a ser libre para irme, para terminar mis días ahí, vagando por el planeta”, dice.
Tras bambalinas. Entre las carencias de su vida Giovanni afirma que le falta tiempo para leer más, y enterarse de más cosas, también tiempo para compartir con su familia.
“Creo que tengo una buena relación con mis hijos, porque es una relación muy horizontal. Me ven como una amiguillo más, no solo como el tata que llega a regañar. Los llevo al teatro, se vienen para el canal, vacilo con ellos. Trato de jugar mucho con ellos; a mí además me gusta jugar, entonces paso jugando con ellos”, asegura.
Cuando no trabaja en el canal o el teatro, trabaja en eventos para empresas, para agencias de publicidad, hace locuciones, lo que sea, siempre está activo.
Le encanta ir al cine, a la playa y, si estuviera más joven, a lo mejor pasaría en la playa surfeando. También es un mejenguero, apasionado del futbol.
Sencillo y sin poses, con muchas inquietudes y una visión muy positiva de la vida; así es Giovanni, y si no fuera así, al menos actúa muy bien ese papel.