Johannesburgo. En tono de súplica, así rezaba el título de ayer por la mañana de Shoot , suplemento deportivo del The Star y otros diarios sudafricanos. Se refería al partido que jugaría por la noche ante Alemania la única selección africana sobreviviente en el Mundial.
El futbol del continente anfitrión tuvo una desastrosa presentación en esta Copa y el honor deportivo de los 52 países restantes estaba depositado en la mente, los pies y el cuerpo de los discretos ghaneses.
Y Ghana se clasificó.
Lo del honor es discutible. Avanzó perdiendo y jugando horrible. Pasó a los octavos marcando dos goles en tres partidos, ambos de penal. Nadie festejó.
Esa debacle africana y la propia eliminación nacional sumieron en la tristeza a los millones de hinchas locales, que acompañaron extraordinariamente la Copa, con una ilusión, un pacifismo y un ánimo festivo ponderables.
El país estuvo embanderado durante dos semanas. Los Bafana Bafana no pudieron devolverles tanto crédito.
Los 90 minutos del triunfo ante Francia tuvieron alto dramatismo y generaron escenas de júbilo nunca vistas en la patria de Mandela. La victoria, aunque inútil, se celebró igual. Francia es un campeón del mundo. El pueblo quedó agradecido.
Héroes. El popular Sowetan cubrió toda su portada con leyendas que inflaban los pechos: “Héroes”, “Así se hace, muchachos”, “ Bafana sale de la Copa Mundial con victoria sobre la galante Francia”, “Su meta era que Sudáfrica se sintiera orgullosa y lo lograron”. Sobre una foto del ídolo local Tshabalala, que hace una mueca de dolor, dice: “Golpeado, pero caído en desgracia no”.
Unidad. “No hay victoria más grande que unir a una nación”, dice un anuncio gigante del Barclays Bank, ilustrado con los seis colores de la bandera sudafricana. Aparece en el Business Report .
Remite a la desazón de esta gran nación por la rápida eliminación de los Bafana , al orgullo de haber organizado una Copa Mundial, y a la palabra que desvela a negros, blancos y mestizos: unidad. Esa es la llave del futuro de esta potencia africana.
Ya hay democracia, libertad, igualdad de derechos, falta la definitiva unión del rompecabezas humano.
Económicamente, Sudáfrica representa, por sí sola, el 27 por ciento del producto bruto interno de África. Y enormes riquezas para aumentar esa participación. Pero sabe que solo será posible con unidad, la gran apuesta de este héroe de la humanidad llamado Nelson Mandela. Primero la igualdad, luego la unidad.
Palazo. “Sobrevalorado y pagado en exceso”, señala un título grande del mismo deportivo de Johannesburgo, el Shoot .
Se refiere al brasileño Carlos Alberto Parreira, del que pone una foto importante y le dedica una página. El artículo lo firma el editor jefe Matshelane Mamabolo, y en un copete agrega: “Parreira no ha traído nada a los Bafana , excepto mediocridad y un presupuesto de gastos impresionante”.
En el 2008, Sudáfrica salió última en la Copa Africana de Naciones en un grupo con Senegal, Angola y Túnez. “Entonces Parreira nos dijo que no había que preocuparse por torneos menores, que debíamos centrarnos en un construir un gran equipo para el 2010. La realidad es que lo trajimos porque era campeón del mundo, pero ignoramos el hecho de que él consiguió el título como entrenador de Brasil, un país que siempre está entre los favoritos para todas las Copas del Mundo”, remató el periodista.
Ganador. En cambio el presidente de la nación, Jacob Zuma, lo ve desde otra óptica. “Sudáfrica es el gran ganador del Mundial, incluso seguirá ganando después que suene el silbato final”, declaró ayer.
“Sudáfrica nunca será la misma después de esta Copa del Mundo. Consideramos al torneo no como un fin en sí mismo, sino como un catalizador para el desarrollo del país, cuyos beneficios se sentirán mucho después del último partido”, señaló. Se refirió a las mejoras que experimentará la nación en creación de empleos, reducción de la pobreza, seguridad, transportes y turismo, sus áreas más críticas.
Orgullo. Sin embargo, el capital más valioso a la hora de ponderar las utilidades serán sin dudas la integración advertida entre negros y blancos a través de los partidos de Sudáfrica y el orgullo de haber montado una Copa Mundial, privilegio reservado a grandes países.
Orgullo doble, pues todas las autoridades que asumieron el desafío y lo concretaron son negras, cuya capacidad organizativa siempre estaba en duda.
Y triple pues detrás de este reto estaba el anhelo y la dignidad de todo el continente africano.
Luego, la pelota rodó y los Bafana registraron un récord negativo: son el primer país anfitrión de un Mundial de futbol que no ha podido clasificar a los octavos de final.
Pero esos son cinco centavos aparte.