La esquela de un desconocido, a la postre, reorientaría una importante parte de su vida: nada menos que su identidad. Era casi un hecho que se iba a llamar Juan Pablo o Samuel, pero su madre, una maestra rural de férrea vocación, simplemente se enamoró del nombre de aquel cristiano de ascendencia alemana que, al morir “bautizó” a un niño cuyo nombre resonaría a nivel nacional décadas después. A grandes rasgos, esa es la historia de por qué Frederick Fallas Alfaro se llama así. Casi como una ironía curiosa, muchos años después el chiquillo que desde sus primeros años jugaba a ser periodista, se vincularía a un espacio de televisión que se dedica, justamente, a contar historias azarosas y sencillas como la de su nombre; heroicas como la del jardinero que lleva 60 años de cuidar ad honórem las áreas verdes de su pueblito, increíbles como las de la gallina de 4 patas o simplemente historias humanas que, por alguna razón , son dignas de contar.
Frederick Fallas toma agua de tubo siempre, pero sentencia que el agua de Juan Viñas (Jiménez), su pueblo natal, sabe mejor. Prefiere, por mucho, hablar de sus fortalezas que de sus debilidades y se sabe exigente aunque, asegura, esto le ha costado episodios en los que un sector de la prensa escrita se ha vuelto contra él. “Por dicha siempre se aclaran los nublados del día”, agrega sonriente.
Diez años en televisión le han dejado de ganancia la experiencia y algunas canas que adornan la cabeza de quien dirige el programa Infome 11 Las Historias.
Este espacio nació “boqueando” ante el escepticismo generalizado: ¿cómo podría un programa diario, de una hora, conseguir suficientes historias en un país de poco más de cuatro millones de habitantes? El tesón de Frederick y del equipo a su cargo taparon bocas y cosecharon interés y admiración. Él no tenía ni 30 cuando asumió el proyecto y hoy admite que, en el proceso de maduración de Las Historias, también se quedó atrás la soberbia de joven impetuoso que algún día padeció y que fue madurando a punta de trabajo y de espejos ajenos.
Hoy, se muestra más que orgulloso de que su trabajo refleje a la gente, al pueblo y al campo donde creció. No deja de viajar con frecuencia a su pueblo natal por nada del mundo y claro, por Lupita, su novia de años y futura esposa. Cuenta que cuando, ocasionalmente, viaja en bus, la gente lo estimula con sus comentarios y no hay día que alguien no le dé algún insumo nuevo para su programa.
--¿De dónde sacan tantas historias para el programa?.
--Del pueblo mismo, de ese que todos nos topamos en la calle. Es cuestión de poner atención, de aguzar el instinto, de escuchar. A mí me decían “’¡N’ombres!, eso de las historias no da para una semana”. Y agrega: “Y eso que a mí no me gusta repetir historias: eso es como meter el mismo gol dos veces” .
--¿Qué tan difícil fue pasar de reportear a coordinar?
--Antes mi mundo eran mi camarógrafo, mi asistente y yo, ahora resulta que hay 30 personas con 30 ideas diferentes que hay que respetar y escuchar.
--Pensando en ciclos ¿Cómo se ve usted dentro de 10 años?
--Yo nunca me pongo a pensar en eso. Puedo estar en el mismo lugar que estoy aquí y ahora, o en el exterior, con más gente a cargo, o en vez de un programa, un canal entero. El tiempo dirá.
--¿Qué retos tiene usted en su vida?
--Terminar una maestría y formar una familia. Me gustaría casarme pronto, a corto plazo, y tener hijos, que son una gran bendición.
--¿Cuáles son sus fortalezas y sus debilidades?
--Me gusta más hablar de mis fortalezas que de mis debilidades. Entre las primeras, creo que soy muy exigente en mi trabajo, la televisión es detalle, Informe 11 es detalle. Es contar una historia con el ojo abierto en los detalles. Siento que soy sumamente llevadero y amante de la gente auténtica. En cuanto a mis debilidades, definitivamente la más fuerte es lo confiado que soy en la gente, para mí todo el mundo es bueno.
--¿Lo han traicionado?
--A todo el mundo traicionan, es parte de la vida.
-- Como líder de un medio importante y muy expuesto, ha debido lidiar con la salida de gente muy querida, entre ellas Cristiana Nasar. También están los casos de Kisha Alvarado y más recientemente, Gabriela Chaves.
--Hay cosas de las que no me gusta hablar y esas es una de ellas , hay momentos que son tristes y uno aprende de ellos. Con Cristiana tuve que ir a los Tribunales y ahí se aclaró que la cosa no fue como se dijo al principio... así que una parte de la prensa me había dado durísimo. Yo nunca había estado en un proceso judicial y fue algo muy desagradable.
--Pero hay una nebulosa en torno a estos casos...
-- Cristiana es una gran profesional, hace un trabajo excelente. Ella tuvo un problema conmigo, yo no tuve un problema con ella. Luego se demostró lo que se tenía que demostrar en la Corte y ya. (...) No afectó para nada la relación con ella, yo le tengo mucho respeto. Ya eso pasó.
--¿ Y con Gabriela Chaves?
--Gabriela es una gran profesional, hace muy bien su trabajo. Ella tomó la decisión de no laborar más acá y renunció a como lo hace mucha gente en determinado momento, en determinada empresa. Con Gabriela tengo cero problema y en lo que la pueda ayudar, y la he ayudado, lo seguiré haciendo. Ella es el alma de la fiesta (sonríe).
-- ¿Escucha las críticas?
--Yo las leo, tomo lo bueno, y lo malo lo dejo por ahí para analizarlo después. Hago una retrospectiva, lo leo y lo analizo. Pero no gastaría un minuto de mi tiempo en contestarle a un periódico. Hay críticas válidas y otras en las que media la mala intención... nada qué hacer.
--¿La mala intención ha afectado la percepción que la gente pueda tener de usted?
--No la percepción de la gente que me conoce, que ha estado y que ha trabajado conmigo, estoy seguro de que no.
--¿Los ríos no se devuelven?
--No, para nada, yo creo que los ríos sí se devuelven, El ser humano, gracias a Dios, tiene la capacidad de meditar, de perdonar y de aprender y ver si uno cometió errores. Esas capacidades nos hacen vivir las cosas dos o tres veces, y a veces también tropezar –o disfrutar– con la misma piedra dos o tres veces...
--¿Si le pusieran el cartel de “Quéjese” de que se quejaría?
--En este momento de mi vida de que me quejo....mmm... ¡la única queja que tengo es con unos choferes de buses que se orinan al frente de mi casa!.