Tegucigalpa. El brasileño naturalizado hondureño Flavio Ortega murió convencido de que él podía volver a clasificar a Honduras a un mundial de futbol.
Sus esperanzas las mantuvo vivas hasta diciembre pasado, cuando la Comisión de Selecciones de la Federación Nacional Autónoma de Futbol (Fenafuth) lo nombró técnico interino para la Uncaf, que comienza mañana.
Para entonces, ya estaba decidido que el entrenador que buscará la clasificación al Mundial de Suráfrica 2010 sería un extranjero; hace pocos días, se nombró al colombiano Reinaldo Rueda.
Lo definitivo se gestó hace 31 días: una hemorragia cerebral, sufrida el 6 de enero pasado, acabó con los sueños de Ortega.
“He demostrado que soy un técnico exitoso, considero que puedo clasificar a la selección a un mundial, vamos a seguir esperando”, comentó Ortega a finales del 2006.
Jugó para los equipos Marathón y Real España, de San Pedro Sula, norte, y el Atlético Español Verdún, de Tegucigalpa.
Dirigió en Honduras al Real España, Marathón y Olimpia, a los que hizo campeón, lo mismo que al Motagua y Platense.
El 17 de noviembre del 2005, cuando Ortega dirigía al Platense, sufrió un accidente de tráfico que le mantuvo hospitalizado durante varios días.
En 1994 llevó al Cartaginés al título de campeón de la Concacaf y en Guatemala dirigió al Municipal y al Zacapa.
Su esposa Ligia Hernández, con quien procreó tres hijos, recuerda que él llegó a Honduras tras un brote de tifoidea en Usulután, El Salvador, donde jugaba en 1968 con otros compatriotas suyos.
Pensó en regresar a Brasil, pero tenía que viajar a Honduras a dejar una carta que un amigo le enviaba a Carlos Consani, otro brasileño que jugaba en San Pedro Sula. “Y se quedó para siempre”, recordó.
Flavio Ortega murió ayer a las 12:22 a. m., a los 62 años de edad, tras haber sido deshauciado el lunes.